CAPITULO 12

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Agosto de 2007

Zona Verde de Bagdad, Irak

12:25 hrs

La ducha era fría y el agua salía sin ninguna presión, pero para Shepherd fue la mejor de su vida. Permaneció en ella más tiempo del que le correspondía y si alguno se molestó por ello que se fuera a la mierda. Varios cortes y cicatrices le escocieron a rabiar cuando pasó el jabón sobre ellos. Observó cómo la caldosa masa de polvo se mezclaba con la sangre seca formando, alrededor de sus pies, el familiar cóctel de guerra. Pero sabía que incluso si se quedaba a remojar un mes entero, nunca conseguiría eliminar lo que había sucedido el día anterior.

¿Será este, el momento en el que un hombre cambia para siempre?

Cuando se bajó del Black Hawk de vuelta a la Base Adelantada de Operaciones todo el mundo se le quedó mirando fijamente. Ben Hirsch, que acababa de bajar con el del helicóptero, lo detuvo en seco.

-¿Todo bien, Mike? Parece como si acabaras de volver de la muerte.

Solo cuando vio su reflejo en el retrovisor de un coche comprendió el porqué. Su cara y su pelo estaban completamente grises por el polvo mezclado con el sudor en una pasta que el sol se había encargado de cocer hasta secar. Su camiseta estaba manchada de su propia sangre y de la sangre de la chica muerta. Brown lanzó sus brazos alrededor de él y sus múltiples heridas protestaron al unísono.

-Estábamos a punto de tacharte de la lista, vaquero. Dale las gracias al judío que quiso ir a buscarte.

Mientras caminaba con Shepherd hasta el remolque de las duchas, Hirsch le contó lo que les había sucedido a ellos. Después de que Shepherd siguiera los cables hasta el interior del edificio, sintieron el primer temblor y corrieron a campo abierto, justo cuando se produjo una fuerte sacudida y todos los edificios a su alrededor se desplomaron. Hizo la forma de un champiñón con sus manos.

-Baboom. Hola, Hiroshima. El lugar parecía sacado de algún juego demencial al que tu madre te hubiera prohibido jugar. Lo siguiente que supe es que nos estaban sacando de allí.

Estaba haciendo lo que cualquier soldado hace después de un incidente: procesarlo todo como una película de acción, dejando fuera la parte desagradable. Esa quedaba para el capellán o el psicólogo.

-Encontré al francotirador que disparó a Chaffin: tenía un enorme agujero en el lugar donde solía estar su pene y una increíble expresión de sorpresa en la cara. Va a tener muchos problemas con las vírgenes de allá arriba, o a donde vayan los tipos que creen en esa religión de mierda.

Mike hacía como si estuviese escuchando, mientras en su cabeza se desarrollaban otras escenas. Quería obtener la identificación del hombre decapitado. Hirsch dejó de hablar.

-Te toca.

Mike se llevó la mano a la cabeza.

-Se me ha borrado todo – le contesto Mike. Si tan solo fuera verdad –

Cuando salió de la ducha, observó que las cosas en la base estaban cambiando. Varias retroexcavadoras estaban llenando de arena una partida nueva de barreras Hesco, mientras un camión grúa las colocaba en su sitio, duplicando la altura de las fortificaciones. Una nueva torre vigía se estaba construyendo. La base, que hasta hacía poco solo pretendía mantener la paz y reconstruir la nación, se preparaba para ponerse en pie de guerra.

Un rato después, Shepherd y el Capitán Frost se miraron el uno al otro a través de una mesa plegable abarrotada de mapas. Frost tenía su computadora portátil abierta. Estaba inclinado sobre él, con los brazos cruzados mirando fijamente la pantalla, y luego empezó a teclear velozmente al escuchar el informe de Mike. Shepherd volvió a contar la escena tal y como se proyectaba en su cabeza, como volvería a sucederle una y otra vez durante los años venideros, lo quisiera o no, el producto estrella en su galería de memorias desagradables.

La historia de Sakura y BoatmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora