EPILOGO

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Highlands, Escocia

Desde la terraza de la lujosa villa donde desayunaba a solas con su perro Joker (un terrier de pelo duro, inteligente e inquieto como su propio dueño), Devlin pudo ver los campos de golf más allá de los abigarrados edificios color blanco y salmón que formaban parte del complejo hotelero Westin Turnberry Resort; situado en la ciudad portuaria de Ayrshire. Varios jugadores trataban de conservar la puntuación mientras charlaban sobre los valores de sus acciones o concebían nuevos negocios que les procuraran seguir manteniendo su privilegiado status social. La mañana era cálida y soleada, a pesar de que en la región escocesa y en esa época del año, lo normal era que se registrara una temperatura algo más baja que la que se vivía en aquella jornada.

Devlin tenía la esperanza de que su invitado (que debía unírsele de un momento a otro) estuviera dispuesto a compartir con él uno de los proyectos más ambiciosos y terribles que jamás se hubiera atrevido a imaginar el hombre. No era la primera vez que ambos bromeaban con respecto a sus posibilidades de dirigir el mundo, de moldearlo a su capricho. Sin embargo, ya no se trataba de una idea concebida en un arranque de prepotencia, sino de materializar sus sueños y llevarlos a la práctica, porque si había alguien sobre la Tierra capaz de hacerlo, sin duda eran ellos dos. Por supuesto, debían de tener en cuenta las opiniones de otros individuos cuya voz se hacía oír en cada una de las naciones más relevantes de Occidente, pero eso era algo que ya había previsto mucho antes de que decidiera llevar a cabo la reunión.

El peso político y financiero de aquellos hombres que coordinaban el porvenir del mundo no era nada comparado con el poder de quienes les aseguraban sus cargos. "La Organización", entre cuyos miembros se encontraban banqueros, reyes de la prensa, expertos en defensa militar, ministros de distintos gobiernos y líderes políticos de Europa y Norteamérica, representaba el "poder detrás del poder"; y ellos dos (por decirlo de algún modo) eran los "titiriteros" Y obviamente no saldrían de su escondite hasta que todo su plan estuviera completo.

En eso, el timbre de la puerta sonó. HUNTER, un hombretón que usaba una máscara de gas con lentes azules y que además era el sicario personal de Devlin, fue a abrir en persona tal y como le había ordenado su espléndido y acaudalado jefe. Tras darle la bienvenida al caballero de porte americanizado que hacía su entrada en el vestíbulo, lo condujo a donde Devlin lo aguardaba.

-El señor lo aguarda en el solarium – dijo HUNTER, mostrándole el amplio ventanal que se abría en el otro extremo del salón –

Acto seguido se marchó en silencio, cerrando la puerta que comunicaba con el resto de las habitaciones de la planta baja.

El recién llegado, un hombre que llevaba una máscara blanca que ocultaba sus facciones del rostro, fue directo hacia la terraza mientras valoraba mentalmente el alcance de aquella reunión. Si sus sospechas eran ciertas, y su viejo "amigo" pretendía poner en marcha "El plan final", ello habría de colocarlo en una posición bastante incómoda que traería consigo grandes quebraderos de cabeza.

-Hey...– el anfitrión alzó su mano diestra en señal de saludo nada más verlo aparecer por la puerta que comunicaba con el salón –¡Vamos, acércate! Toma asiento y desayuna conmigo – Señaló las diversas fuentes con fruta, tocino, huevos revueltos, tostadas, queso fresco y mantequilla, así como las jarras de café, leche y jugo de naranja que había dispuestas por toda la mesa – Espero que no se te haya ocurrido hacerlo en el restaurante del hotel. No es que sea deficiente, pero aquí cambia la cosa. Ya sabes que jamás viajo sin mi chef.

Su invitado accedió a sentarse frente a la mesa, aunque se rehusó a compartir el desayuno. El terrier de pelo duro dejó de roer su juguete de goma preferido para oler al intruso que se había atrevido a violar su territorio. Soltó un ladrido y luego, otro más.

La historia de Sakura y BoatmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora