Prologo II

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Te Deseo


Me dispongo a relajarme en mi lugar favorito. El invernadero por toda la tarde. Pero mi tranquila soledad no dura mucho ya que unas manos se enrollas en mi cintura y unos labios besan mi mejilla.

—Muñeca

—Suéltame rulitos — le pido manteniendo las hojas en mis manos lejos de él.

—No — vuelve a besarme esta vez bajando al cuello.

—Al menos que quieras ser envenenado letalmente sugiero me sueltes por un momento rulitos — rio tratando de alejar su boca de mí.

—Por ti tomarías todos los venenos existentes y por existir amore — alega dramáticamente. Me rio cuando al fin me suelo y puedo ir a guardar las hojas que e recolectado para así quitarme los guantes y lavarme las manos para así volver mi atención a él.

El no tarda en tomarme de las caderas atrayéndome a él.

—Eres mia amore — su mano baja a mis muslos desnudos por que llevo una falda y entierra su rostro en mi cuello aspirando como si necesitara mucho aire para respirar —jodidamente mia

—Rulitos — lo llamo pasando mis manos por su cabello, sus suaves rulos, debo admitir que estoy obsesionada con su pelo.

—Te deseo — me dice.

Malek empuja los frascos en la mesa detrás míos haciéndolo añicos en el suelo y me sube a mi encima sin dejarme tiempo para enojarme. Por suerte son frascos vacíos.

—Malek

—Shh muñeca — me silencia poniendo su dedos en mi boca —déjame consentirte.

Le sonrió pícaramente metiendo su dedo a mi boca para chuparlo lo que lo hace gruñir y con ese mismo dedo lo mete entre mis piernas haciendo mi ropa interior aun lado para jugar con mi clítoris con su dedo mojado de mi saliva, jugando con cada nervio dejándome húmeda en cuestión de segundos.

—¿Estas húmeda para mi amore? — pregunta su boca a centímetros de la mia y solo sigo respirando pesadamente sintiendo mis piernas poco a poco convertirse en gelatina con el jugueteo de sus dedos —Muy húmeda — se contesta así mismo metiendo dos dedos dentro de mi a lo que gimo levemente ante su intrusión.

—Rulitos — pido viendo embelesada a los ojos mientras sus dedos entran y salen de mi a un ritmo intoxicante.

—No dejes de mirarme — me ordena, sus dedos se curvan dándome en el punto mas delicioso de mi lo que hace que tiemble en sus brazos y no pueda contener mis gemidos. Esto a el lo vuelve loco por que debe parar besarme apasionadamente intentando callarme mientras se desabrocha los pantalones dejando salir su dura erección. Lo acomoda en mi entrada untándola en mis fluidos jugando conmigo sin meterlo aun sin parar de besarme. Pero no espero mas lo enrollo con mis piernas atrayéndolo para sentirlo enterrarse en mí.

Solo eso basta para que se descontrole dándome con fuerza sin importar el ruido que estamos haciendo, besando mi cuello dándome mordisco y succionando sabiendo que mas tarde sus marcas se harán presentes.

—Mi muñeca, mi esposa — me susurra entre quejidos en mi oído a lo que le contesto en gemidos.

—No pares.

—Jamás.

La mesa debajo mío se mueve con cada embestida pero estoy en el punto en que solo puedo concentrarme en cada sensación de el dentro mío, la sensación de estar a punto de explotar tan fuerte que no podre sentir mis piernas y a la vez tocare el cielo. Dentro, fuera, dentro fuera.

—¡Malek! — gimo dejándome ir con mis piernas temblando en puro placer.

—Eso es, córrete para mí, mi reina.

Me sigue besando las mejillas y dando leves embestidas hasta que lo siento correrse dentro de mí. Suspiro.

Este hombre algún día me dejara invalida. 



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