Capitulo 17

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Paso la mano por su frente, suspirando fuertemente mientras limpiaba su sudor.

Esa era la última caja de postres que le habían encargado para una fiesta, y aún tenía que moverse a otro sitio.

—Veamos... —Murmuro el hombre de piel bronceada mientras golpeaba la punta del lapicero con su cuaderno de precios, dónde también anotaba todo.

Después de todo no era fácil tener un propio negocio.

Ahora tenía que encaminarse a un extraño laboratorio, gruño un poco al hacer notar que llevaban a cabo investigación en aquel tema viral de los embarazos.

Sinceramente, Patryck no odiaba o mostraba asco alguno a este tipo de gente, pero tan solo le daba por rareza que estás múltiples cosas estuvieran sucediendo.

—¿Y ahora a quien tengo que entregarle esto? —Titubeo nervioso al llevar una caja repleta de donas rellenas, miro a los lados alzando una ceja en lo que buscaba alguna entrada al edificio de solo dos pisos del cual llevaba un aspecto de hospital.

Pero algo pequeño.

—¡Hola!, ¿Puedo ayudarte en algo?
—¡Oh sí! —La azabache estaba ahí, aún con el pelo algo enredado y con una sonrisa.

Llevaba en el extremo del brazo derecho un folder de papeles.

—Me hicieron este pedido y vine a entregar estás donas...
—¡Fui yo!, ¡Muchas gracias! —La fémina sonrió tomando la caja, observo a la distancia el camión de tonos saturados con pequeñas decoraciones.— Tenía algo de hambre y creo que mi grupo necesita algo de comida.

—Oh, entiendo, ¿Duro trabajo, eh? —El de mechas largas dió una risa nerviosa, haciendo que por siguiente la muchacha asintiera.
—¡Oye Susan!, ¡Te están llamando, quieren saber de los papeles! —Una chica diferente de pelo rubio y en ondas se vio por la puerta de cristal.
—¡Bueno!, gracias por traer esto. —Acto seguido le declinó un par de libras extra.

Que chica tan amable, Patryck sonrió con dulzura, admirando la razón del por qué la chica le brindo algo de propina.

Quizás hoy no sería tan pesado de terminar el trabajo...

—¡Cuidado! —Ah, bueno, aún podía arruinarse el buen día.

El de piel levemente bronceada piso el freno con desesperación, tal al notar a un hombre de cuerpo corpulento y algo relleno con una bolsa rellena de botanas pasaba sin enterarse delante de su vehículo.

—¡Joder!, ¡Fíjate bien que estoy caminando imbécil! —Protesto levantando el puño, no dejando que el cigarro de su comisura se saliera de su boca.
—¡¿Yo?!, ¡Mejor fíjate tu idiota!, ¡¿No ves que estoy...?! —Su semblante paro a medio reclamo, dejando que su entrecejo se relajara.

Parecía que conocía muy bien esa pose.

—¿Paul...?

Un olor se desprendía por la cocina, un olor leve a chocolate con leche condensada.

Era casi como un pastel...

Un pastel extraño.

—¿Que clase de receta nueva estás aprendiendo? —Matt se posiciono detrás del de cuencas mirando como este mismo derretía el chocolate en una olla y en las otras llevaba una nata de color azul marino. Extravagante.
—Si no quieres comerlo solo me lo dices y no te dejo ni una pieza. —Tom se giro mirándolo mal, sus párpados cayeron sobre sus ojos.
—¡No, no...! Tu... sigue. —El rubio fresa titubeó, pensándolo bien no era momento para hablar del extraño diseño que tenía para el pastel que estaba preparando.

¡Toma La Responsabilidad!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora