Capitulo 32

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—¿No te hace calor con eso? —Tom alzó una de sus cejas en lo que observaba de pies a cabeza a su pareja.
—Estoy perfecto. —Fue lo que Tord respondió, y es que no llevaba ni más ni menos que su abrigo negro de la secundaria.

Fue para ocultar su panza, ya que no tenía bastante ánimo o seguridad de caminar como si nada sin que la gente lo juzgue.

Era extraño... nunca se había sentido así.

—Avisame si lo tienes de verdad, yo agarraré el abrigo. —Tord soltó una leve risa, cubriendo su comisura con una de sus manos, mirándolo como un gato.
—¿Que pasa con esa actitud? Aún me parece gracioso que ahora seas amable conmigo y hace meses nos odiabamos a muerte.

El de cuencas dió media sonrisa, desviando la mirada, aún con los recuerdos de la noche que sin querer cumplió su cometido de besar al noruego.

Fue sin querer, pero querer hacerlo mentira no fue.

Alzó sus hombros, intentando ocultarse como una tortuga.

—¡Estoy jugando Tom! —El noruego se burló de él una vez más, ahora sonriéndole mientras mostraba sus colmillos.

Alzó la mano acomodando el característico mechón que salía en la frente del de azul, llevándose entonces una mirada entre avergonzada y extrañada de este mismo.

—No hagas eso. —Entrecerro los ojos, aún con la cara levemente roja.
—¿Por qué no?, tu lo hacías conmigo siempre, ¿O no?
—Touché.

Ambos sonrieron.

Vaya parejita.

—Estos jóvenes y sus mariconadas. —Murmuro un hombre casi ya en la tercera edad, con mirada molesta.

Eso molesto al par, haciendo que le dirigieran una mirada de odio puro.

—Vamonos, ¿Dónde quieres ir Tord? —Lo tomo de la muñeca, arrastrándolo lejos por la calle, pensando para que lugar podrían pasarla ambos.
—¿Podemos ir a comer?
—¿Que no te acabas de comer un helado?

Los ojos plateados del cuernudo se hicieron a un lado, tenía cierta pena de mencionar que quería más.

Así fue como llegaron a un centro comercial, bastantes tiendas de ropa, una plaza de comidas y el segundo piso por el que podías subir por las escaleras eléctricas.

Dónde se encontraban otros productos del tipo zapatos o cosméticos.

Este día podría ser agradable, pero Tord estaba preocupandose un poco por sus repentinos cambios, sucedieron a unos días que se había quedado la madre de Edd.

Lo cual fue algo vergonzoso admitir ciertos comportamientos frente a la adulta mientras estaba con Tom.

Se sentía sofocado, eufórico, deprimido, animado e incluso asustado muchas veces.

Y anda que no le gustaba para nada, suspiro pesadamente al recordar tales emociones, ya que parecía que estaba desgastando a su pareja.

Y el no quería eso...

—¿Que comeremos? —Thomas cruzó sus brazos, mirando con atención los diferentes restaurantes de la plaza de comida.

Habían desde platos con pollo frito hasta comida vegetariana.

—Uhm. —Titubeo, aún con mirada baja.— ¿No quieres decidirlo tu?

Tom se volteo mirándolo extrañado y fue gracias a eso que el noruego se regaño a si mismo.

¡¿Iba a empezar de nuevo con sus nuevas emociones?!

—¡Claro! —Pero aún no estaba tranquilo, aun si el británico le había mostrado una sonrisa calida.— ¿Que opinas de una pizza?, ¿Se te antoja?
—¿De extra carne? —Se sorprendió cuando Thomas alzó su mano acariciando una de las mejillas del extranjero.
—De las que gustes.

¡Toma La Responsabilidad!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora