Adriana
Actualidad, 25 Abril 2023
Debo ser cuidadosa para que no me atrapen, Ulises asiente desde lejos. Hoy es el primer día del carnaval, los turistas y los lugareños se concentran aquí para celebrar, muchas víctimas. Es perfecto. Meto mi mano en el primer bolso y saco la cartera, con tanta gente a mi alrededor atenta al desfile frente a ellos ni siquiera me notan. Me voy moviendo lentamente, extrayendo las carteras de los bolsos y bolsillos. Lamento mucho tener que hacer esto, pero es mi única opción para alimentar a mis hermanos, he intentado encontrar trabajo, pero en ningún lugar me quieren contratar en cuanto se enteran de dónde vivo. Esta fue mi última opción. Cuando vi que no había nada con lo que alimentar a mi monito, Jeren no merece esta vida, es un niño increíble que debería estar rodeado de juguetes y alimentos adecuados, le doy todo lo que está en mis manos. Él es feliz, sólo quiere estar conmigo. Ulises no es feliz, casi nunca está por casa, cada vez que viene lo hace con esos amigos que no me gustan. Pero no puedo obligarlo a hacer nada, ya es mayor. Me hice cargo de Jeren desde que nació, nuestra madre murió al dar a luz, nuestro padre no quería saber nada, terminó yéndose de casa. Ulises y yo tratamos de mantener nuestra antigua casa, pero no pudimos. Tuvimos que mudarnos a las favelas. Antes de esto, vivíamos y nos criamos rodeados de lujo. Nuestros padres siempre se dedicaron al sector de la hostelería, los hoteles de mi padre son los más lujosos del país. Tiene varios por toda la costa de Brasil. La muerte de nuestra madre le afectó mucho, se deprimió y pensó que no podía seguir con nosotros, sobre todo conmigo, dijo que yo le recordaba mucho a mamá y que Jeren era el motivo por el que ella había muerto. No lo fue, mi madre tenía varios quistes ováricos que se rompieron con el esfuerzo de dar a luz, los médicos no reaccionaron a tiempo, lo hicieron todo mal y mi madre terminó desangrada con un bebé recién nacido llorando por el calor de su madre. Cuidé de Jeren desde el primer día.
De eso hace ya casi tres años. El cumpleaños de mi hermano será en Junio, estoy ahorrando para comprarle el juguete con el que está obsesionado, un tractor amarillo. Le encanta desde que vio a otro niño jugando con uno en la playa, dijo que él también quería uno para recoger arena y transportarla, no sé a dónde, pero es lo que quería. Tengo la mitad de lo que cuesta, la señora Larissa, nuestra vecina, me prometió que le prepararía un pastel de chocolate. Ella lo cuida por las mañanas para que yo pueda salir a ganar dinero, no sé si sabe cómo hago para conseguirlo, creo que sí, pero no me dice nada. Ella conoce nuestra situación.
Ulises me hace un gesto con la cabeza, señala a un hombre alto y grande, niego con la cabeza. Mi hermano no ha debido ver el arma en su espalda.
—¡Ulises!— intento gritar en un susurro para no llamar la atención.
Mi hermano me ignora, se acerca al hombre sigilosamente. Empujo a la gente a un lado, tengo que llegar antes que él y distraer a ese hombre.
—Ulises— lo llamo nerviosa.
Me abalanzo hacia la espalda del hombre fingiendo haberme chocado con él.
—Oh Dios, disculpe señor.
El hombre se gira, es tan alto como una maldita torre, si miro de frente sólo veo su duro pecho lleno de músculos marcados. Esa camiseta de manga corta que lleva no deja mucho a la imaginación. Levanto una ceja. ¿Qué hago fijándome en eso en este momento? Tampoco debería fijarme en sus tatuajes, en su piel bronceada o en su abundante barba, quizás tampoco debería haberme fijado en lo masculino y atractivo que es.
—¿Eres ciega o tonta?— me pregunta.
Aprieto los puños.
—Como puedes comprobar hay demasiada gente aquí, me he chocado contigo sin querer, cara de culo de mono— le contesto.
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EL SANTO #3 [Disponible en físico]
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