Adriana
Marcelo ha estado un poco ausente desde que se enteró de mi embarazo. Bastian dice que está bien, que sólo tiene mucho trabajo porque estamos a principios de mes y debe enviar un gran cargamento a Europa y África. Pero sé que algo le pasa conmigo, celebramos el cumpleaños de Ulises y sólo estuvo una hora con nosotros, luego se fue y no volvió hasta la madrugada, que lo encontré en la cocina comiendo pastel que había sobrado. Compartió pastel conmigo en silencio. Quiero hablar con él, no me gusta que esté mal, le he tomado mucho cariño y me duele verlo triste.
Me recojo el pelo en una cola alta y salgo del vestidor, me acerco a la cama para darle un beso en la mejilla a Bastian, está acostado de lado y tiene a Jeren acurrucado en sus brazos. Anoche se acostaron tarde porque decidieron ver una película sobre bebés, no sé cuál de los dos está más emocionado con el bebé que crece en mi vientre, lo que sí sé es que ambos están totalmente inmiscuidos en este embarazo. Siempre me están cuidando cuando me encuentro mal o me preparan mis comidas favoritas, mi monito me pregunta a cada rato cuándo va a nacer su hermanito para jugar con él. Es divertido ver discutir a Jeren y a Bastian por el sexo del bebé, el primero quiere un niño y el segundo una niña. Sea como sea, uno terminará perdiendo esta batalla. Hace tres semanas tuve mi primera ecografía, tanto Bastian como Jeren se decepcionaron al no ver ningún bebé en la pantalla del ecógrafo, cosa que era totalmente normal, ya que estaba de cinco semanas. La doctora dijo que me debí quedar embarazada en mis últimos días de fertilidad, dado que mi analítica dio positiva unos días antes de mi siguiente ciclo menstrual y dos semanas después de cuando ovulé, también fue justo el momento en el que Bastian y yo empezamos a buscar un segundo hijo. Me explicó todo acerca de las cuentas del embarazo, Bastian no se enteró de nada, a él sólo le interesa que el bebé esté bien, y lo está, mi bebé está más sano que una manzana. Ahora estoy de ocho semanas, hoy justamente las cumplo y en dos días tengo cita con mi doctora para volver a ver a mi bebé y ver cómo va todo, también escucharemos su corazón otra vez.
Llamo a la puerta del despacho suavemente, sé que él está aquí. Otras mañanas lo he escuchado trabajando desde temprano, hoy no es una excepción.
—Adelante.
Abro la puerta del despacho y entro.
—Buenos días, Marcelo.
—Buenos días, Adri. ¿Qué ocurre?
—¿Podemos hablar?
—Claro, pasa.
Cierro la puerta, aunque no hay nadie despierto a esta hora, prefiero tener algo de intimidad por si alguien se levanta. Me siento en la silla al otro lado del escritorio, Marcelo está en la otra, nunca se sienta en la silla de Bastian.
—¿Estás bien?— le pregunto.
—Sí. ¿Por qué lo preguntas?
Me encojo de hombros, las lágrimas de agolpan en mis ojos.
—Es que siento que te estoy haciendo daño— sollozo.
—No, joder, no— se ríe— ¿Lo dices por tu embarazo?
Asiento con la cabeza. Marcelo saca un pañuelo de su bolsillo y limpia mis lágrimas.
—No llores por eso— me dice.
—Es que soy una mala persona por hacerte daño.
Marcelo se ríe más fuerte.
—Creo que ese bebé está haciéndose de notar— me dice.
—¡Sííí! Es horrible— mi llanto se incrementa.
—No me estás haciendo daño.
—¿Y por qué has estado tan alejado de mí?
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EL SANTO #3 [Disponible en físico]
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