Adriana
Bastian nos ha instalado en el piso de arriba, me he resistido un poco, pero tanto Ulises como él me han insistido en que aceptara. No quiero ser una carga para nadie, no me gusta depender de nadie. Pero he terminado cediendo porque no tenía ánimos de seguir discutiendo más. Escuchar la voz de mi padre después de tres años me ha dejado agotada mentalmente, mi cerebro ha explotado. Creí que ya no me afectaba, cuando pensaba en él no sentía nada, era como si nunca hubiera existido, pero no, sigue doliendo mucho. Su esposa estaba con él, también su nuevo hijo recién nacido. Ni siquiera presté atención a los besos que Bastian me dio.
Se me escapa un suspiro, Bastian me mira por encima del hombro, se ha quedado conmigo y con Jeren en nuestra nueva habitación. Le ha dado a Ulises la habitación más cercana a Mikel, se han hecho buenos amigos. A Jeren y a mí nos ha instalado junto a su habitación.
Se echa más atrás en la cama para ponerse a mi lado y pone su mano encima de la mía.
—¿Quieres descansar un poco? Puedo llevarme a Jeren a jugar abajo.
Niego con la cabeza. No tengo sueño, sólo quiero que este día pase.
—Bebita, no has comido nada.
Mi corazón se acelera por el nombre que acaba de usar conmigo, levanto la vista del colchón para mirarlo. Él aparta un mechón de pelo de mi cara.
—¿Por qué?— le pregunto.
Frunce el ceño.
—¿Por qué me volviste a besar?
Bastian suelta un suspiro.
—No vayas a disculparte otra vez, estoy empezando a cansarme de eso— le digo.
—Es que lo siento, no debería haberlo hecho.
—Tienes muchos impulsos, deberías tener más cuidado, puedes hacer mucho daño.
Aparto mi mano de la suya, ahora estoy enfadada. Encojo mis piernas hasta mi pecho y las abrazo.
—Bebita.
—No me llames así— espeto.
—Ven aquí, joder.
Bastian me agarra por la cintura, me sienta de lado en su regazo.
—Suéltame gilipollas— gruño.
Me sujeta con fuerza por las muñecas.
—Tengo muchos problemas— me dice— Siento si he hecho algo que te haya podido incomodar, desde que te conozco no he hecho más que cagarla y no sé cómo actuar a tu alrededor.
—Suéltame.
—No.
Tiro de mis manos, pero él no cede, todo lo contrario, aprieta más su agarre.
—Compórtate— me ordena.
—Vete a la mierda, imbécil.
Me deja volver a mi sitio en la cama, sin dejar de mirarme, por supuesto. No sé qué le pasa y tampoco me importa, no quiero que me meta en sus problemas, tengo los míos propios. Bastian se levanta de la cama con la vista fija en mí.
—Jeren, ven, voy a llevarte con Ulises. Tu madre y yo tenemos que hablar en privado.
Niego con la cabeza.
—¿Mami se ha portado mal?— pregunta Jeren.
—Sí, monito, muy mal.
Me pongo de rodillas en el colchón cuando Bastian toma a Jeren en sus brazos.
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EL SANTO #3 [Disponible en físico]
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