Adriana
Me levanto de la cama con cuidado para no despertar a Bastian, necesita dormir un poco más. Me pongo las bragas y la camiseta de tirantes que traje anoche y salgo de la habitación, entro en la mía para cambiarme de ropa e ir a hacer el desayuno. Hay muchas personas en la casa ahora, han venido algunos amigos de Bastian de otros países para acompañarnos a celebrar el cumpleaños de mi monito y el mío. Voy a buscarlo a la habitación de Ulises, anoche lo dejé durmiendo con él. Todo está en silencio cuando entro, me meto en la cama con mis hermanos, Ulises me abraza y me da un beso en la frente.
—Buenos días— murmura.
—Buenos días.
—¿Te fue bien anoche?
—Sí.
Mi hermano abre los ojos, me mira directamente a los míos.
—Dolió mucho— le digo.
Se ríe suavemente.
—Te lo dije.
—Pero estuvo bien, hablamos de muchas cosas.
—Bien, me alegro por ti, hermanita.
—¿Y tú con Mikel?
Suelta un bufido.
—No hay nada, Adri, no le gustan los hombres.
—Lo siento.
—Está bien, ya vendrá alguien que me ame.
Le doy un beso en la mejilla.
—¿Me ayudas a preparar el desayuno?— le pregunto.
—¿No eras tú la sirvienta? Pues ve y sírveme.
Lo golpeo en el pecho suavemente. Su risa hace que Jeren levante la cabeza con los ojos medio cerrados, nos reímos a carcajadas de él, tiene el pelo de punta por algunos lados y la mejilla derecha marcada por las sábanas.
—Mami— me llama con voz de recién levantado— Tengo hambre.
Ulises se ríe.
—¿Cuándo dejan de crecer los niños? Siempre tiene hambre.
—No te metas con mi monito, está en crecimiento, tiene que alimentarse bien.
Ulises se levanta de la cama a la misma vez que yo.
—Te esperamos abajo— le digo.
—Enseguida voy.
Mi monito se vuelve a quedar medio dormido en mis brazos, uno de los amigos de Bastian sale de la habitación justo cuando paso por delante, es ese colombiano tan grande.
—Buenos días— me saluda.
—Buenos días, iba a preparar el desayuno.
Frunce el ceño.
—No tienes que hacer eso, Bastian nos dijo que eras su novia.
—Uhm, sí, pero quiero hacerlo.
Él sonríe.
—Iré al gimnasio. ¿Necesitas ayuda con el desayuno?
—No, está bien, ve al gimnasio.
Bajo las escaleras detrás de él, tiene la espalda tan ancha como Bastian, su esposa tiene mi altura, supongo que cuando los miro es como si me viera a mí con Bastian y he de decir que ella parece muy pequeña al lado de él, debo verme así al lado de Bastian. Giro a la derecha rápidamente, escucho a Jeren reír, cuando miro por encima de mi hombro, veo a Mario haciéndole muecas con la cara, sonrío de forma involuntaria.
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EL SANTO #3 [Disponible en físico]
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