Adriana
Termino de cortar las verduras para la sopa de Bastian, lleva sin comer nada desde esta mañana. Su madre me está ayudando a preparar su postre favorito, una cheescake. Ella ha estado muy pendiente de mí todo el día, siempre preguntándome si estoy bien. La verdad es que no lo estoy, me asusté más por Bastian que por mí, yo no resulté herida, los italianos me protegieron bien y acabaron con el otro grupo rápido. Ellos tampoco resultaron heridos. Nadie me ha contado aún por qué Emanuel odia tanto a Bastian y por qué su madre y él quieren ver muertos a los Da Silva. Quiero saberlo, merezco saber por qué un psicópata y su madre quieren matarme sólo por estar con Bastian.
Pongo toda la comida en la bandeja, Isarema ya se ha ido a la habitación de Bastian hace un rato, Ulises y Mikel han venido a por comida para ellos y para mi monito, me han dicho que no deja de preguntar por nosotros y ha estado llorando, no lo hemos visto en todo el día. Bastian también ha estado preguntando por él, de hecho quiere que lo lleve a la habitación. La puerta de la habitación de mi hermano se abre, veo a Jeren salir a hurtadillas y dirigirse a mi habitación y la de Bastian, lo sigo sigilosamente mientras me rio en silencio. Jeren se detiene en la puerta, se pone de puntillas y agarra la manija.
—¿A dónde crees que vas?
Da un respingón por el susto, lo que me provoca una carcajada.
—Quiero ver a papi— dice triste.
Lo observo atentamente, en unos meses ya ha cambiado mucho, ha crecido, está más alto, su carita inocente se está convirtiendo en la de un niño de más edad. Intento imaginarlo como un capo, como lo que es hoy día Bastian. Puedo imaginar a Jeren siendo el jefe, es inteligente, tiene buen corazón y Bastian le enseñará otras habilidades para ser uno de los mejores.
—¿Puedes abrirme la puerta, jefecito?
—Sí, mami, por supuesto que puedo.
Niego con la cabeza sonriendo. Jeren entra antes que yo.
—¡Papi!
—¡Monito!
Los veo abrazados cuando entro.
—Bastian, el vendaje— lo regaño.
—Estoy con mi monito, déjame en paz.
Pongo los ojos en blanco.
—Jeren, deja a Bastian comer— le digo.
Bastian gruñe mirándome, casi podría matarme con la mirada.
—Perdón, perdón— me disculpo— Jeren deja a tu padre comer.
Vuelve a gruñir, esta vez complacido con mis palabras. Mi monito se sienta a su lado. Dejo la bandeja sobre las piernas de Bastian.
—No vuelvas a referirte a mí como Bastian— espeta— Soy su puto padre, joder.
—Deja el drama, por el amor de Dios. Come.
—¿Me estás dando una orden?
—Sí, así es. Soy la novia del capo y la madre del futuro capo, ahora cállate y come.
Bastian me mira con una ceja levantada.
—Está usted con los aires muy subidos, señorita Vieira— me dice.
—Come. Tengo muchas cosas que hacer, Bastian.
—¿Qué cosas?
—Bañar a Jeren antes de dormir y preparar comida para mañana.
Frunce el ceño mientras coge los cubiertos.
—¿Comida para mañana?
—Los seres vivos suelen alimentarse, no podré preparar la comida por la mañana si tengo que cuidaros a Jeren y a ti.
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EL SANTO #3 [Disponible en físico]
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