Bastian
Emanuel no ha dado señales de vida en más de un año, no me gusta esto, sé que se está preparando para atacar, pero no logro encontrarlo. Darren McDougall acabó muerto, lo encontraron en la frontera con Uruguay, estaba intentando escapar, la guardia fronteriza que trabaja para mí me avisó, lo detuvieron y me lo enviaron a Río. Lo estuve interrogando un tiempo, pero no tenía nada interesante que decir, todo lo que me contó ya lo sabía, Yamila había intentado hacer un trato conmigo. Detener las constantes violaciones hacia ella a cambio de información. Claro que no me dio la que tanto deseaba, el escondite de su hijo. Así que no detuve las violaciones. Tampoco es como si mereciera que lo hiciera. Esa perra merece mucho más por todo el daño que ha causado.
En cuanto a Niccòlo, no he vuelto a saber nada de él, supongo que su padre lo habrá puesto en su sitio, Raffaelle sigue siendo el capo de Nueva York, por mucho que Niccòlo sea el heredero, aún le debe obediencia a su padre. Lo último que supe por Marcelo es que está esperando otro hijo con su esposa, el tercero en cinco años, espero que eso lo mantenga ocupado y no piense más en mi hermana.
Camelia ha estado más ausente que nunca, el encuentro con Niccòlo le afectó mucho, no me gusta verla así, pero tampoco voy a frenarla, si ella necesita estas salidas constantes para distraer su mente, que así sea.
Marcelo deja caer una carpeta sobre mi escritorio.
—¿Qué es eso?
—Ábrela, vas a quedarte de piedra.
Frunzo el ceño, agarro la carpeta y la abro.
—¿Qué coño?
Hay fotos de mi hermana besándose con una mujer rubia en un yate.
—¿Desde cuándo mi hermana es lesbiana?
—No lo es.
—Estas fotos no dicen lo mismo.
—Está decepcionada de los hombres, Bastian, sólo intenta refugiarse en algo.
Me froto la cara con las manos.
—Tienes que hacer algo— me dice Marcelo.
—¿Hacer algo? Es su vida, Marcelo, si quiere estar con una mujer no me entrometeré.
—No es eso, me refiero a su estado emocional, es obvio que no está bien.
—¿Y qué hago? No me escuchará.
Marcelo suspira. Camelia ha estado ignorando a toda la familia, nadie ha podido acercarse a ella. Tampoco la hemos presionado, ella necesita su espacio y su tiempo para sanar. Odio que el bastardo de Niccòlo haya provocado esto en ella.
—Déjame matarlo— murmura Marcelo.
—Lo harás, te doy mi palabra.
—Pero no ahora.
Niego con la cabeza. No es el momento de matar a Niccòlo, necesito que Raffaelle muera primero. Sin el capo de Nueva York, Niccòlo quedará vulnerable hasta su nombramiento, tienen una estúpida ceremonia en la que deben nombrar al heredero, son tres días de ceremonia. Atacaré en el segundo día, justo antes de su nombramiento, me lo llevaré y lo torturaré en nombre de mi hermana, luego dejaré que Marcelo ponga una bala en su frente. Entonces me quedaré con Nueva York, he comprado a suficientes soldados italianos para ello.
—¿Has ido a visitar a Sara y a los trillizos?— le pregunto.
—Sí, esos niños son unos pequeños monstruos, sobre todo la niña, Lucy.
Esbozo una sonrisa, esa pequeña tiene el carácter de Martín Hernández.
—Gabriel es gilipollas— protesta Marcelo.
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EL SANTO #3 [Disponible en físico]
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