TRECE

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Adriana

Jeren está agotado en los brazos de Bastian, sus ojos se están cerrando lentamente.

—Ha comido demasiado— dice Camelia mirándolo.

Mi monito tiene toda la boca llena de tomate, se ha comido el pollo empanado que tanto quería y parte de la pasta boloñesa de Bastian, luego se ha acurrucado en sus brazos y ha ido cerrando y abriendo los ojos. Saco una toallita húmeda de la mochila de mi monito y le limpio la boca con cuidado. Luego miro a Ulises de reojo, está sonriendo mucho desde que vuelve a estar con Mikel. Bastian pone la mano en mi muslo, desvío mi mirada hacia él, que me guiña un ojo. Me sentí mal cuando me llamó por el nombre de otra mujer y mucho peor cuando Marcelo me contó toda la historia, la verdad es que no puedo imaginar por lo que los tres tuvieron que pasar. Es horrible perder a alguien, peor aún si es de una forma tan traumática, ahora entiendo muchas cosas sobre ellos, sobre todo de Bastian y Mikel, que él no hable, mierda, vio a sus padres morir, se llevaron a su hermana y él casi muere. En cuanto a Bastian, perdió mucho, todo lo que tuvo que ver. Marcelo me contó que el día que me gritó es porque había recibido una carta del hombre que se llevó a Yara, se la dio a Bastian pensando que él mismo la rompería porque se había dado cuenta de cómo me miraba. No lo hizo, abrió la carta y empezó a leerla, fue por eso que se la arrebató y la rompió. El móvil de Bastian comienza a sonar, lo observo atentamente mientras atiende la llamada, habla con un tal Mario. Frunce el ceño y se ríe de algo que le ha dicho el otro hombre.

—Hablamos, Mario.

Bastian guarda su móvil de nuevo.

—Mario quiere una reunión mañana, dice que es urgente.

—¿Ha pasado algo? Estuvimos en Colombia hace cinco días para el cumpleaños de su hermana.

—Siguen sin tener noticias de ese hijo de puta.

—¿Quieres que envíe a alguien para ayudarlo con la búsqueda?

Bastian asiente, luego se levanta de su silla.

—Vamos, quiero que vayamos a algunas tiendas— dice.

Camelia aplaude emocionada, se me escapa una pequeña risa.

—Me gusta la ropa— me dice.

—Me he podido dar cuenta de eso— le respondo.

Bastian rodea mis hombros con su brazo cuando me pongo de pie.

—Quiero que mires ropa para ti, para Jeren y para Ulises, sin límite de precio, bebita, todo lo que te guste.

—Sabes que no necesitas hacer esto. ¿Verdad?

—Lo sé, pero quiero hacerlo.

Suspiro a la vez que niego con la cabeza.

—Bastian no quiero que nos mantengas, puedo trabajar y ganar mi propio dinero.

—Ya hablamos de eso, vas a descansar un tiempo, mereces ese descanso más que nadie y puedo encargarme de ti y de tus hermanos. Además Ulises puede seguir trabajando.

—Él tiene razón, Adri— dice mi hermano— Bastian, descuenta de mi sueldo el dinero que mi hermana se gaste hoy.

—No, hoy corre de mi cuenta.

—Deja que mi hermano pague— dice Camelia— Tiene dinero de sobra para alimentar a todo el país durante meses o años.

—¿Tanto?— pregunto.

Bastian me da un beso en la cabeza, no responde a mi pregunta. Camelia me agarra de la mano para entrar en la primera tienda, prácticamente soy arrastrada por ella al interior. Sólo Mikel y Ulises entran con nosotros, Bastian y Marcelo se quedan fuera hablando. Camelia me enseña varios vestidos elegantes, creo que aún no se ha dado cuenta de que ese no es mi estilo, sino el suyo. Me alejo un poco de ella, voy a otra sección de la tienda, donde encuentro pantalones vaqueros largos y cortos, todos de marcas caras. Agarro la percha de unos shorts vaqueros, los vuelvo a dejar en su sitio cuando veo el precio, estoy segura de que mi madre se hubiera gastado ese dinero en ellos.

EL SANTO #3 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora