Bastian
Las horas están pasando muy lentas. Aún queda una media hora hasta que el avión de Mario aterrice y luego tendrá que esperar a que lleguen El Güero y Niccòlo. No sé cuánto les llevará deshacerse de Emanuel, Darren y todos sus hombres. Han intentado acceder a la casa saltando los muros, han muerto en el intento, por supuesto. Han lanzado algunas granadas contra la casa, creo que han destrozado mi salón, se han escuchado cristales rompiéndose.
No dejo de pasear de un lado a otro con las manos en los bolsillos de mi pantalón. Odio estar aquí encerrado, pero mi mujer me necesita, me ha amenazado directamente con cortarme la polla si me muevo de su lado. Es la segunda vez que me amenaza hoy con eso, no quiero tentar más a la suerte. Creo que ella es muy capaz de cumplir con su amenaza.
Mis ojos se desvían hacia ella, se ha quedado dormida hace un rato, Camelia está en el ring jugando con Jeren. Marcelo también está dormido, le he puesto algunos calmantes y un poco de sedante, necesitaba dormir y se estaba aguantando por su hermano. Mikel está mucho mejor, Ulises y él están en un rincón del sótano, acostados sobre una colchoneta mientras se abrazan. Ojalá pudiera borrar este día de la memoria de todos.
Saco mi móvil del bolsillo cuando comienza a vibrar, miro a Yamila, es su hijo quien llama, ha estado llamando desde hace una hora. La primera vez descolgué la llamada, no sabía que era él, la segunda la rechacé, en la tercera fue donde dejé el móvil en vibración. Dejó de llamar como a la quinta o sexta llamada sin responder. Lo volvió a intentar diez minutos más tarde.
—¿Quieres hablar con él?— le pregunto— Quizás si le suplicas un poco se atreva a entrar y, entonces, podré atraparlo.
La zorra se remueve, como si pudiera hacer algo. Dejo la llamada pasar. Vuelve a vibrar de inmediato, esta vez atiendo la llamada.
—Hermanito.
—Devuélveme a mi madre.
—¿A quién?
—¡Hijo de puta!
—La puta la tengo frente a mí, mis hombres van a satisfacer todas sus necesidades con ella.
Cuelgo la llamada entre los gritos de Emanuel. Yamila está nerviosa, puedo notarlo en el constante parpadeo de sus ojos o en lo rápido que sube y baja su pecho. Aparto un mechón de pelo castaño de su cara.
—Sigues siendo hermosa, a mis hombres les va a encantar follarte.
Se le escapa un resoplido por la nariz. Podría haber conseguido al hombre que quisiera, haber tenido una vida normal. Yamila es bella, a pesar de tener 48 años, su belleza no se ha visto estropeada por el paso del tiempo. Sus ojos se mantienen sin arrugas, el color marrón se ha vuelto más oscuro, pero eso es todo. Sólo la vi una vez hace muchos años, prácticamente sigue igual que entonces. Su figura sigue siendo delgada, alta, con las curvas bien distribuidas.
Niego con la cabeza. Todo ese envoltorio perfecto no puede ocultar la psicópata que lleva dentro.
Me encuentro con los ojos de mi hermana cuando me giro. Me acerco y me subo al ring con ella y mi hijo.
—¿Qué hacéis?— les pregunto.
—Tita me está enseñando a fabricar un...— Jeren mira a mi hermana en busca de ayuda para terminar su frase.
—Artefacto explosivo.
—Camelia— gruño.
—¿Qué?— pregunta indignada— Va a ser el próximo capo, tiene que saber de estas cosas.
Me froto la cara con las manos.
Mi móvil vuelve a vibrar, esta vez es Mario quien llama. Pulso en el botón para atender la llamada.
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EL SANTO #3 [Disponible en físico]
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