Bastian
Las pesadillas han empeorado desde que decidí seguir adelante, Marcelo dice que soy yo mismo el que se limita y por eso tengo tantas pesadillas. Intento que Adriana no se entere de esto, ya que, sólo las tengo cuando ella y Jeren no duermen en mi cama. Con ellos todo está bien, pero no quiero pedirle que se mude a mi habitación, quizás ella no se sienta cómoda o piense que es pronto. Sólo ha pasado un mes desde que fui a buscarla a las favelas y le pedí que volviera a casa, conmigo, a mi lado. Ni siquiera le he dicho que es mi novia y no sólo una ayuda para seguir adelante.
Miro por la ventana desde mi cama, son las dos de la madrugada, siete de junio, hoy es la fiesta de cumpleaños de Jeren. Gabriel y Sara han venido desde México a acompañarnos, aún no están bien desde la muerte de la hermana de Sara, pero decidieron venir para distraerse, Dani ha venido con ellos a regañadientes, Gabriel lo ha obligado a venir. Mario y Sofía también han venido, sólo ellos. Mario ha dejado a Tadeo a cargo de todos sus asuntos en Colombia.
La puerta de mi habitación se abre, veo la pequeña figura de Adriana colarse por una rendija, se queda congelada cuando me ve. Aparto las mantas del otro lado de la cama, ella se acerca rápido. Me acomodo en la cama para atraerla a mis brazos. Le doy un pequeño beso en los labios.
—¿Por qué estás despierto?— me pregunta.
—Me cuesta dormir sin ti y sin Jeren. ¿Y tú? ¿Qué haces colándote a hurtadillas en mi habitación de madrugada?
—Te echaba de menos.
Me pongo encima de ella, con un brazo a cada lado de su cabeza.
—¿Crees que es prudente que pasees en bragas por los pasillos cuando hay invitados?— le pregunto.
Pone los ojos en blanco.
—Todos están dormidos— dice.
—Alguien podría haberse levantado, te habrían visto en esas estúpidas bragas blancas y no me gusta que vean lo que es mío.
Beso su cuello haciéndola jadear, bajo por su hombro y su pecho, lamo el valle entre sus pechos. No hemos hecho mucho más que besarnos y dormir juntos, no quiero apresurarme y meter la pata con ella.
—¿Dónde has dejado a Jeren?— le pregunto.
Sus pupilas están dilatadas, creo que ni siquiera ha escuchado mi pregunta.
—¿Quieres que siga?— le pregunto.
Asiente con la cabeza. Engancho mis dedos en su camiseta, ella levanta los brazos para que pueda quitársela. Es la primera vez que veo sus tetas, son pequeñas y bonitas, sus pezones son rosas, pequeños, apetecibles. Envuelvo mis labios en el derecho, Adriana gime. Sus bragas son las siguientes en irse, se las quito sin dejar de lamer su pezón. La humedad de su coño empapa mi tórax, intenta frotarse contra él, pero la sujeto por las caderas. Quiero darle su primer orgasmo con mi boca. Bajo por su vientre lamiéndole la piel. Le beso el hueso de la cadera izquierda, luego beso su ingle, su piel se eriza. Abro sus pliegues con mis dedos, joder, su hendidura es tan estrecha.
—Bebita, te va a doler cuando esté en tu interior.
—No importa, puedo soportarlo.
Palpo su entrada con mis dedos, introduzco el dedo corazón hasta la prueba de su inocencia, puedo notar la resistencia.
—¿Te duele?— le pregunto.
—Es un poco incómodo, pero estoy bien.
Pulso su clítoris con mi pulgar, lo froto en círculos mientras la miro, su vista está fija en el techo, se le escapan suaves gemidos. La empiezo a penetrar despacio con mi dedo.
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EL SANTO #3 [Disponible en físico]
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