DIEZ

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Bastian

La boca de Jeren está abierta mientras mira a su alrededor, observa todo con mucha atención. La luces colgando del techo del centro comercial, los escaparates de las tiendas, pega sus pequeñas manos en cada cristal que ve, sobre todo si son tiendas de juguetes. Los he traído a un nuevo centro comercial que abrieron hace poco, pensaron en las familias a la hora de construirlo, hay un parque infantil en mitad del centro comercial con toboganes, columpios y más juegos infantiles, aún no hemos llegado ahí, pero estoy seguro de que saldrá corriendo en cuanto lo vea.

Adriana lo toma de la mano para seguir caminando, tomo la otra mano de Jeren, empieza a saltar con emoción.

—Esta noche va a dormir más profundamente que nunca— dice Adriana.

Esbozo una sonrisa.

—Vamos a entrar ahí— le digo señalando una tienda infantil.

—¿Ahí?— pregunta confundida.

—Sí, tengo que comprar la silla para el coche.

—¿Lo decías en serio?

—Por supuesto.

Y tanto que lo dije en serio, no quiero que estén sin vigilancia en ningún momento. Ni siquiera deberíamos estar aquí, no sé si Emanuel me tiene vigilado, no quiero que Adriana y Jeren se conviertan en un objetivo para él. Pero tenía que hacer esto para disculparme con ella por haber sido un completo gilipollas. Las cosas que le dije no deberían haber salido nunca de mi boca, ella sólo estaba intentando ayudar a Marcelo. No la quiero fuera de mi casa, me gusta tenerla ahí, lo hace todo mejor. Siempre está haciendo bromas con Camelia, quien también pasa más tiempo en casa desde que ella está con nosotros. Y Mikel, bueno, creo que ha encontrado a su mitad, ambos congenian muy bien.

La dependienta se acerca a nosotros con una sonrisa cuando entramos en la tienda.

—¿En qué puedo ayudarlos?— nos pregunta.

—Estoy buscando una silla para el coche— digo señalando a Jeren.

Ella lo mira, se agacha frente a él.

—¿Cuantos años tiene usted, pequeño señorito?— le pregunta.

—Voy a cumplir tres— contesta él.

Las cejas de la dependienta se elevan, imagino que no está acostumbrada a que un niño de la edad de Jeren se exprese tan bien, vuelve a ponerse de pie.

—Les mostraré las sillas para el coche para su hijo.

Mi corazón se aprieta cuando se refiere a Jeren como mi hijo. Trago grueso, me duele. Emanuel me arrebató esa posibilidad, mi mano se suelta de la de Jeren.

—La seguimos— dice Adriana mirándome.

Me quedo unos segundos más en mi posición. Respiro hondo, me tranquilizo y sigo a Adriana. La dependienta nos lleva a la zona de sillas de coches, nos muestra diferentes modelos.

—Esa está bien— dice Adriana señalando la más barata.

—Quiero la más segura— digo en un tono demasiado frío.

Adriana parece darse cuenta de mi estado.

—¿Podemos pensarlo un momento?— me pregunta.

—Los dejaré a solas, estaré por allí detrás cuando se hayan decidido— dice la dependienta.

Adriana sienta a Jeren en una de las sillas que está en el suelo, le ordena que se quede ahí. Luego me toma de la mano y me aparta un poco del pequeño.

EL SANTO #3 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora