TREINTA Y DOS

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Adriana

No me gusta ese tal Niccòlo, no deja de mirar a Cami a escondidas. Ella está intentando no toparse con él. Mario me ha contado todo lo que pasó entre ellos, quiero matarlo, es un maldito cobarde. No sé qué pretende ahora estando detrás de Cami todo el tiempo. Dani y Tadeo no la dejan sola ni un sólo segundo, Marcelo los tiene de recaderos, ellos le cuentan todo lo que él hace. Los padres de Bastian nos han acogido a todos hasta que encontremos una casa, claro que ellos no tienen ninguna prisa, están encantados de tenernos a todos bajo su techo, excepto a Niccòlo. Edoardo no lo soporta, cada vez que puede le nombra a su esposa y sus hijos pequeños. Lleva aquí varios días, ya debería haber vuelto a Nueva York con ellos, pero no lo hace y eso tiene muy irritados a Isarema y a Edoardo.

La mayoría de los hombres de Mario, Dani y Niccòlo han vuelto a sus países, no necesitábamos a tanta gente por aquí, la casa está bien asegurada y el almacén también. Bastian ha estado torturando a esa mujer, no me cuenta detalles, sobre todo porque siempre tengo a Edoardo a mi alrededor y no quiere que él sepa nada acerca de ella.

—No le des más vueltas— murmura Cami— Hace mucho que dejó de doler.

—¿Por qué no te creo? Puedo ver el dolor en tus ojos. ¿Puedo arrancarle los suyos?

Ella sonríe. Hemos estado toda la mañana en su antigua habitación, Marcelo y ella la comparten, aunque la casa de Edoardo e Isarema es grande, no hay espacio para tantas personas. Jeren duerme conmigo y con Bastian, Ulises y Mikel duermen en una habitación con Dani y Tadeo. Mario y Niccòlo comparten una, aunque sé que el segundo duerme en el suelo. Si se llega a subir a la cama Mario lo matará, tiene muchas ganas de hacerlo y yo de que lo haga.

—Lo mataré cuando me recupere. Ahora mismo, hasta Jeren podría patearme el trasero.

Cami y yo nos reímos, Marcelo ha resultado ser de lo más chismoso, le encanta cotillear sobre los demás. De hecho, Cami y yo nos hemos enterado de muchas cosas "secretas" gracias a él. Ahora sé que Bagheera es una pantera que Bastian crio, conozco la reserva, la que quiero visitar cuando mi bebé haya nacido. Quiero conocer a todas esas especies que Bastian cuida y protege, no entiendo por qué nunca me habló de ese lugar. También nos hemos enterado de que un socio de la empresa legal de la familia le está siendo infiel a su esposa y ella a él con su mejor amigo. No los conozco, pero hablar de todos esos chismes es mejor que aburrirse.

—¿Cuándo va a llegar la doctora con el ecógrafo?— me pregunta Cami.

—Creo que aún queda, ni siquiera son las doce del mediodía y viene a las cuatro de la tarde.

Cami pone los ojos en blanco, está deseando saber el sexo del bebé.

—Alma Camelia— le digo.

Frunce el ceño.

—Así se llamará si es niña— aclaro.

Ella da un grito de felicidad y me abraza. Llevo días dándole vueltas a este asunto, Bastian está totalmente de acuerdo con que nuestra futura hija, sea el bebé que llevo en este momento u otro, lleve los nombres de su hermana y mi madre. Se lo contó a Isarema anoche, ella se puso muy feliz de que se llamara Camelia de segundo nombre, su madre se llamaba así y estaban muy unidas, es por eso que le puso ese nombre a su hija.

—Si es niño debe llamarse Marcelo.

Cami y yo nos miramos a los ojos, empezamos a reírnos otra vez. Marcelo sonríe ampliamente, me he dado cuenta de que siempre está tratando de distraer a Cami y hacerla reír, es un buen hombre.

Mi estómago ruge.

—Mi sobrino tiene hambre, aliméntalo— exige Cami.

—Ya voy— suspiro.

EL SANTO #3 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora