EL SANTO #3 [Disponible en físico]

UNO

En esta historia verás palabras en el idioma portugués, encontrarás las traducciones al final del capítulo.

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Bastian

16 de Mayo de 2015

Yara se sienta en mi regazo, lleva toda la tarde bailando con su hermano Mikel. Hoy estamos celebrando nuestra fiesta de compromiso, llevamos años esperando por esto, su familia y la mía llevan años esperando este compromiso. Prácticamente nos criaron para estar juntos, las familias más poderosas de Brasil unidas por matrimonio. No tuve queja, creo que amaba a Yara desde antes de saber lo que significaba el amor, nos conocemos desde pequeños, nuestras familias siempre han estado juntas, nuestras madres son mejores amigas y nuestros padres socios y mejores amigos. Ahora también serán consuegros, cuando Yara y yo nos unamos en matrimonio en septiembre, el veinte de septiembre será mi esposa, tenemos la fecha desde hace un año. Yara, mi madre y la suya han estado planeando la boda desde hace más de un año. Teníamos que esperar a que Yara cumpliera la mayoría de edad para dar este paso.

Le doy un beso en la cabeza, ella me sonríe. Es tan hermosa, la mujer más hermosa que he conocido nunca. Me encanta su piel oscura, es tan suave, me gusta besarla. Echo a un lado su negro y largo pelo, sigo sin entender por qué se lo alisa, me gusta cuando está rizado. Me mira con sus ojos negros como el carbón, esos ojos que llevo mirando desde hace tantos años. Yara se ha convertido en mujer ante mis ojos, la he visto crecer y madurar.

Marcelo le ofrece la mano a su hermana, ella sonríe y acepta encantada. A Yara le encanta bailar, mueve sus caderas como una bailarina profesional. Su cuerpo es esbelto, le encanta cuidarse, viene al gimnasio de mi casa varias veces a la semana. En unos meses también será su casa, la compré cuando cumplí los dieciocho años, quería tener mi propio lugar al que llevar a mi novia, ella prácticamente vive ahí, hay más ropa suya en mi casa que en la de sus padres.

Mi padre palmea mi hombro.

—Quiero nietos pronto— me dice.

Niego con la cabeza, está obsesionado desde que decidió que se retiraría de su cargo a finales de este mes. Es cuando asumiré mi puesto como jefe, el capo de Brasil. Marcelo es mi mejor amigo, no sólo el hermano de mi prometida, también será mi segundo, mi subjefe. Es el hombre más leal que conozco, algunos han comenzado a llamarlo Lobo por esa razón. En cuanto a mí, bueno, me llaman El Santo porque soy lo último que ven cuando mueren.

—¿Ya tienes todo organizado para tu nombramiento?— me pregunta mi padre.

Asiento con la cabeza a la vez que le doy un sorbo a mi cerveza. Mi padre me ofrece un cigarrillo, ni a mi madre ni a Yara les gusta que fume, pero esto se ha convertido en un asqueroso vicio.

—Mario Reyes vendrá a la fiesta— le digo— Estamos terminando de crear La Santa Corona.

—¿Y Gabriel Hernández?— me pregunta mi suegro.

—Aún no es capo, su padre dijo que lo dejaría para dedicarse a su esposa. En cuanto lo sea se unirá a nosotros.

Mi suegro asiente. Él es un empresario legal, su empresa se dedica a la importación y exportación de productos de lujo como coches europeos, yates, barcos más pequeños... Cualquier cosa que cueste más de cien mil dólares estadounidenses. Sabe que mi familia se dedica al tráfico de drogas desde hace más de un siglo, cultivamos y producimos nuestro propio producto y, cuando está listo, lo exportamos a través de nuestra empresa de licorería, producimos a la misma vez la mejor cachaça de todo el país y del mundo entero, usamos la empresa para blanquear el dinero procedente de la droga. Estos últimos años, mi padre, ha conseguido nuevos territorios derrotando a pequeños capos. Mi objetivo es conquistar todo el este de Latinoamérica, por eso estamos creando un consorcio entre Mario Reyes y yo, no queremos entrar en guerra y la mejor opción es trabajar mano a mano. Él se quedará con el oeste, yo con el este y Gabriel Hernández con Centroamérica cuando se una a nosotros y las islas del Caribe serán repartidas equitativamente.