TREINTA Y CUATRO

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Adriana

Acuno a mi bebé en mis brazos, Eric ha cumplido cuatro meses, Bastian se llevó una decepción cuando nos enteramos de que era un niño, él estaba empeñado en tener una niña. Quien más feliz se puso fue mi monito, no se despega de su hermanito, lo adora. Ha aprendido a cambiarle el pañal. Eric nació el día de mi cumpleaños, estábamos haciendo una pequeña celebración cuando comenzaron las contracciones. Di a luz rápidamente, todos estaban impresionados de que el parto sólo durase ocho horas siendo primeriza.

Luna chilla, llamando la atención de Jeren, se han hecho buenos amigos, aunque ella sólo tiene siete meses y mi monito cuatro años. Se me está haciendo tan mayor.

Sofía sonríe y toma a su hija en brazos, estoy tan agradecida de que mi amiga esté viva, la tenían prisionera, estuvo viva todo el tiempo, gestando a su bebé. Mario ha vuelto a sonreír de verdad, vuelve a tener a su esposa a su lado y también a su hija, a las que creía muertas.

No hemos vuelto a saber nada de Emanuel, supongo que es porque ha perdido su fuente de ingresos, Dani logró traspasar cada negocio de Darren McDougall a Bastian. Los McDougall quedaron arruinados.

Sara se sienta a mi lado, su barriga no la deja moverse mucho, no puedo imaginar lo que es llevar a tres bebés en tu interior. Apenas sale de las favelas, no quiere arriesgarse a que alguien la vea y la reconozca, ese hombre, el tal Armando Castro, la sigue buscando. Le ha costado mucho venir hasta nuestra casa para celebrar el cumpleaños de Ulises, mi hermano cumple veintiséis años. Apoyo mi cabeza en el hombro de Sofía, deja caer la suya sobre la mía, Sara se abraza a mi cuerpo. Su madre también ha venido, está con Isarema hablando y riendo de alguna cosa, siempre que pueden están hablando.

—Dios— suspira Sofía.

—¿Náuseas?— le pregunto.

—Sí.

Está embarazada de su segundo hijo, tiene diez semanas de embarazo, Mario y ella están muy emocionados por su segundo bebé.

—¿Quieres que le pida algo a Lucrecia?— le pregunto.

—No, está bien, James me dijo que tomara una de esas pastillas que me mandó si me sentía muy mal.

—A mí me fue bien con las infusiones de jengibre— dice Sara.

—¿Cómo lo haces?— le pregunta Sofía— Llevar a un bebé es un suplicio, no quiero imaginar lo que es tener tres.

Sara se ríe.

—No lo sé, creo que sólo lo hago por ellos, quiero que nazcan sanos y fuertes. Son mi razón de vivir— su voz se rompe al final.

Paso mi brazo libre por encima de sus hombros, lo ha estado pasando muy mal, no ha recibido ninguna noticia de Gabriel. Bastian viajó hasta Reynosa para patearle el trasero por ser tan cobarde y dejarla sola. No quiero que él vuelva a acercarse a ella, pero al final, es decisión de Sara si decide volver con Gabriel cuando él se dé cuenta del error que ha cometido.

—¡Pastel!— chilla Jeren cuando ve a Edoardo salir con el enorme pastel de la cocina.

Hace reír a Sara y a Sofía.

—Es precioso— dice Sara— Quiero que mis niños sean así.

Sofía asiente, de acuerdo con Sara.

Frunzo el ceño mirando hacia Marcelo y Mikel, han estado muy extraños desde hace unos días. Mikel parece muy nervioso y siempre los veo cuchicheando.

Bastian se acerca a nosotras, ayuda a Sara a levantarse del sofá de exterior.

—Vamos, bebita, dame a mi princeso.

EL SANTO #3 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora