VEINTITRÉS

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Bastian

13 de Septiembre. Maldita fecha en el calendario. Odio este día, lo odio con toda mi alma. Llevo todo el día de mal humor, desde que me he levantado hace algunas horas. Adriana ha estado más que comprensiva desde hace unos días, aunque la he notado rara, demasiado. Ella sabe qué fecha es hoy, no ha ido a clases porque se encontraba mal, de hecho, ha ido al médico, me dijo que no me preocupara y me quedara aquí en casa. Es jodidamente la mejor mujer del mundo, no la merezco, ella es tan comprensiva y buena.

Marcelo lanza a mi escritorio la carpeta con los datos que le pedí. Él y Mikel también están sensibles hoy, no es una buena fecha para ninguno. Mis padres han ido al cementerio a dejar su ofrenda, como hacen cada año. Marcelo y Mikel suelen ir ellos solos, quieren estar a solas con su hermana. Hace un mes fueron a visitar a sus padres, hoy visitan a su hermana. Yo nunca voy, no puedo ir y saber que Yara está ahí. Ya no la amo, no como solía hacerlo, pero sigue doliendo saber que ella ya no vivirá la vida que tanto deseaba. Merecía vivir esa vida, con o sin mí.

Abro la carpeta que Marcelo me ha dado, una foto del tal Davi, sus datos personales, académicos, familiares. Todo coincide con lo que mi mujer me ha estado contado de él, conozco al padre de Davi, un empresario exitoso. Él tiene veinticuatro años, su sueño es abrir un restaurante y conseguir todas las estrellas Michelin. Cierro la carpeta de golpe, no hay nada interesante en este bastardo.

—Cálmate— me dice Marcelo.

Respiro hondo. No me sirve de nada seguir en este estado, lo sé, pero no puedo controlarlo. Estoy muy enfadado hoy.

—Es este maldito día— digo.

—Lo sé, Mikel y yo estamos igual.

—No merece estar en ese cementerio, Marcelo.

—No. Ella merecía estar con una familia, la que tanto soñaba con tener.

Lanzo contra la pared del vaso de whisky, estalla en mil pedazos.

—Adriana no debería verte así, va a pensar que sigues enamorado de Yara.

—Ya me ha visto así, hermano. Ella sabe que ya no amo a Yara, sigo queriéndola muchísimo y eso no va a cambiar, pero ya no es como antes.

—Lo entiendo y me alegro por ti, te estabas matando poco a poco. Adriana te ha devuelto la vida.

Asiento con la cabeza. Es cierto, ella apareció en mi vida cuando más lo necesitaba, me ha devuelto las ganas de vivir y seguir adelante. Quiero vivir una larga vida a su lado y al lado de nuestros hijos.

—¿Por qué ha ido al médico?— me pregunta Marcelo.

—Lleva unos días encontrándose mal, creo que tiene algún virus.

—Espero que no sea nada.

Le devuelvo la carpeta a Marcelo.

—Tírala, no hay nada interesante en él.

Marcelo la abre, lo veo examinar la foto de Davi Cardoso.

—¿Qué tal Luciano y su nueva vida?— le pregunto.

Marcelo cierra la carpeta.

—Carolina lo ha dejado, se ha ido a vivir con sus padres y se ha llevado a sus hijos.

—Bien, quiero que sea tan desgraciado como lo fueron sus hijos cuando los abandonó.

—Lo está siendo. Te dejo, tengo que trabajo que hacer en el almacén que me llevará todo el día.

—¿Dónde está mi hermana?

—En su habitación, no ha salido hoy.

Me pongo de pie, quiero ir a ver a mi hermana, ella también sufrió mucho la pérdida de Yara y sus padres, eran como un anexo a nuestra familia. No, en realidad, eran nuestra familia y nos la quitaron. Subo las escaleras, llegando a su habitación escucho un sollozo, abro la puerta sin hacer ruido. Logro ver la espalda de mi hermana temblar, está tumbada de lado en la cama, dando la espalda a la puerta. Entro y cierro, me acerco a la cama y me tumbo, abrazando a mi hermana por detrás. Le doy un beso en la nuca, lo que sólo provoca que llore más fuerte.

EL SANTO #3 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora