Adriana
La tristeza aún me invade cada vez que pienso en ella, se convirtió en una gran amiga, hablábamos cada día por teléfono, nos enviábamos mensajes, aunque a ella se le dificultara un poco porque decía que la tecnología la odiaba, Sofía siempre hacía el esfuerzo por mí. Pero un día se la llevaron de su casa y la asesinaron estando embarazada. Fue Tadeo, el hermano de Mario, quien nos llamó para informarnos y Bastian viajó hasta Colombia para ayudar a buscar a Sofía, no la encontraron. Desde entonces no dejo de pensar en ella, si estuviera viva en estos momentos su embarazo ya estaría muy adelantado, estaba embarazada cuando estuvo aquí en el cumpleaños de Jeren y mío y no lo sabíamos. Sus síntomas comenzaron una semana más tarde cuando ya estaba en su casa, no puedo describir lo mucho que me alegré cuando me lo contó. Nuestra amistad creció en pocas semanas, creció tanto.
—Bebita, tienes que calmarte.
—Lo sé, es que extraño no hablar con ella, Sofía estaba tan llena de vida, no es justo.
—No lo es. Pero tienes que pensar en ti, mañana es tu primer día en la escuela de cocina. ¿Recuerdas lo feliz que estuvo Sofía cuando te di la sorpresa?
—Sí, ella estaba muy emocionada por mí, siempre hablábamos de toda la comida que le prepararía cuando viniera a verme.
—Pues piensa en eso, en lo feliz que ella será viéndote cumplir tu sueño.
Me apoyo sobre mi codo en el colchón. Hoy no es un buen día para mí, estoy bastante triste y nerviosa. Pero Bastian, como siempre, está aquí apoyándome. Le doy un beso en los labios y me subo a horcajadas sobre sus caderas, me sujeta por la cintura con sus manos. Toma el control del beso y lo profundiza, su lengua recorre cada rincón del interior de mi boca. Bastian rompe el beso, acaricia mi mejilla con sus nudillos.
—¿Te has dejado de tomar las píldoras?
Lleva haciéndome la misma pregunta cada día, cada minuto del día en que nos ponemos a intimar, por más que le digo que no es el momento, no cesa. Ahora ha aprendido a decir que Jeren necesita un hermano para jugar, es un idiota manipulador, lo admito.
—Bebita quiero que tengamos otro hijo, Jeren necesita un hermano para jugar.
Pongo los ojos en blanco, ahí está su frase estrella.
—Deja de intentar manipularme con eso.
—Es la verdad, anoche me lo dijo.
Arqueo una ceja.
—¿Jeren te ha dicho que quiere un hermano?
—Quizás no con esas palabras, pero dijo que quería jugar con otro niño.
Se me escapa un suspiro y una carcajada. Bastian me sujeta la cara con sus dos manos, aprieta tanto que mis labios se ponen de morritos.
—¿No quieres darle un hermano a nuestro hijo?
—Bastian— advierto.
—Quiero correrme en tu coño sin protección, bebita.
Lo empujo por el pecho riéndome, pero el me aprieta más y comienza a besarme en la boca, me gira en la cama, poniéndose encima de mí. Me hace cosquillas con su boca en el cuello.
—Dame otro hijo, Andrea.
—¿Cómo acabas de llamarme?
—¿No te llamabas Andrea?
—¡Levántate!— me rio.
—Espera, era algo así. ¿Alondra? No, esa era la del jueves y hoy es miércoles.
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EL SANTO #3 [Disponible en físico]
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