Capitulo 38

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La luz del sol iluminó su cara haciendo que despertara de aquel sueño, estaba tan cansado que no sabía ni la hora. Se incorporó en la cama y de inmediato un rico olor inundó sus fosas nasales, segundos más tarde recordó todo lo que había pasado anoche. Dio un triste suspiro y bajó a la cocina donde Robin y su madre charlaban tranquilamente, el moreno comía un cereal mientras que su madre preparaba huevo. Robin fue el primero en darse cuenta de la presencia de este.

— Finn, buenos días.

— Buenos días — un leve sonrojo se formó en su rostro.

La madre de Robin volteo cuando escucho la voz de Finney y sonrió.

— Buenos días Finney, ¿cómo amaneciste? ¿Descansaste?

— Muy bien, y sí, descanse, gracias.

— ¿Quieres desayunar? Ayer no cenaste.

Era cierto, ayer no había comido nada, con todo el asunto de su padre olvidó que no había comido nada. Empezó a sentir como sus tripas se revolvían de hambre, sin embargo, un ruido lo sacó de sus pensamientos. Robin agarró la mano de Finney y se lo llevó al segundo piso, desde ahí supo que era la policía preguntando por Finney.

La madre de Robin abrió la puerta y habló un rato con los oficiales hasta que por fin se fueron. Ella decidió que lo mejor para Finney era que se quedara quizás un rato más en la casa pues Robin le contó el problema que tuvo en su casa. Sintió lástima por él.

— Estoy cansado, Robin, ya no aguanto — murmuró el castaño.

— ¿Qué cosas dices? Verás que todo saldrá bien, te lo prometo.

Finney levantó la mirada, las manchas negras bajo sus ojos eran bastante notorias al igual que su piel se veía cada vez más pálida y desgastada, sin contar las heridas bajo sus mangas que no cicatrizaban. Las lágrimas recorrieron sus mejillas al sentirse que todo se le desmoronaba. Todo lo poco que había hecho se fue a la mierda. Pensó que podía haberle confesado a su padre que era gay de una manera en la que lo comprendiera pero no, las cosas nunca salen como él quiere.

Robin llevo a Finney hacia sus brazos abrazándolo fuertemente, sentía pena por él, no quería que sufriera tanto, le dolía ver que sufría, sin embargo, sabía que no podía hacer nada por él. No era su problema, claro, sabía que estaba mal ese pensamiento aunque también era verdad.

— ¿Recuerdas... la fiesta que habían organizado? Quizás eso te ayude a despejarte, ¿no crees? — Robin se separó del abrazo.

— Puede... ¿quieres que vayamos?

— Sólo si quieres, es para distraerte.

El castaño lo miro con duda aunque al final acepto. Era verdad que siempre que salía pasaba algo inesperado pero, prefería eso a recordar todo el problema que estaba pasando.

Todavía seguía preocupado por Gwen, simplemente se fue de casa sin avisarle a su hermana, no sabía cómo estaba y, una parte de él, sentía miedo que estuviera sola con su padre pues no sabía que podría hacerle.

— La fiesta comienza a las seis, puedes darte una ducha. Ponte cómodo, no sabemos cuanto tiempo estarás aquí — Robin sonrió amablemente y salió de la habitación para hablar con su madre.

Finney entró al baño y se vió al espejo. Auch... se veía tan demacrado.

Empezó a llorar de nuevo, se sentía tan solo, la única persona que parecía ayudarlo era Robin quien aún así se comportaba como si en realidad Finney no fuera más que un juguete sexual. Sí, le ha dicho cuanto lo ama, le pidió ser su novio, pero, una parte de él sabe que en realidad está con él sólo por el sexo. Eso lo destruyó más.

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⏰ Última actualización: Mar 01 ⏰

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