Capítulo 5 • Pérdidas (I)

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¿Por qué las personas le temen a lo que desconocen? ¿por qué nadie quiere saber lo que pasará en el futuro?

Ahora, oculta en una de las bases de la facción, mientras trato de escapar por un momento de la realidad que me envuelve, a través de la nicotina y el puro existencialismo, algunas de aquellas preguntas volvían a aparecérseme.

Sobre la encrucijada que supone conocer o no conocer nuestro futuro, en la que estuve reflexionando en su día, no tenía una opinión muy distinta de lo que razoné. Igualmente, pensaba y pienso que tendemos a caer en lo negativo y el miedo se apodera de nuestras mentes, prefiriendo no saberlo. Quizá sea éste el motivo por el que estamos demasiado tiempo ocupados, sometidos a una vida frenética, tal vez, como forma de evitar caer en la tentación de pensar en lo efímeros que somos.

Y es que, al fin y al cabo, la velocidad a la que avanza la vida es acelerada, frenética, casi industrial. Ésta, se constituye de una serie de vehículos humanos yendo a 410 km/h hacia lo que parece ser una meta clara, imaginada sin embargo por cada uno de ellos, y en este sentido, tan absurda y abstracta como el propio deseo de llegar a ésta. No nos gusta parar y, para pensar, hay que hacerlo. Quizá la reducción de la velocidad nos haga perder la carrera, pero, quién dijo que era una carrera.

Es pues, sólo, cuando te paras a pensar, aunque sea por un segundo, que puedes llegar a cuestionar algunas creencias que el sistema nos impone como verdades absolutas y que, sin embargo, no son más que una construcción de una sociedad concreta, en un tiempo y un espacio concreto, delimitable y diferenciable, y en este sentido, caduca.

No obstante, entiendo perfectamente que prefiramos no plantearnos cómo será el futuro, o no al menos durante demasiado tiempo, pues el paso del tiempo resulta francamente aterrador. Es incontrolable, imbatible, eterno. No puedes vencerlo. Quizá sea ese el motivo por el que la mayoría de nuestras preguntas más profundas, las más existencialistas, tienen que ver con él, con su uso y su paso.

Empero, de acuerdo a mi experiencia actual, desde donde me encuentro y desde donde nada me gustaría más que olvidar, dejo por escrito aquí todos esos recuerdos con la esperanza de que, tal vez, alguien pueda conocer este futuro, y cambiarlo, evitando que alguien como Aaron continúe en el poder, de tal forma que llegue un día en el que este libro no sean más que susurros entre unas páginas protegidas por madera carcomida.

Recuerdos con los que, más que reflexionar sobre el tiempo, pueda ayudar a evitar la amenaza que esconde el odio, germen de la locura, la violencia y la maldad inherente al ser humano, por el que se es capaz de cometer las más indescriptibles calamidades. Y créeme, he sido y soy testigo de ello.

Sin embargo, debo decir que, por mi parte, pese al complejo mundo en el que me encuentro, no dejaré de luchar. Seguiré creyendo posible crear uno nuevo, en el que las personas se guíen por la tolerancia y el respeto, desechando las ambiciones egoístas e interesadas, y castigando a aquellos que traspasen los límites de las libertades y los derechos. Un mundo en el que la guerra, las enfermedades y la hambruna no hayan dejado más que ruinas, cuerpos y sangre. Y, en definitiva, un mundo pacífico, un mundo mejor.

Tercera realidad · Hechos del 2047, narrados Desde el 2074 · 3 de Noviembre · Desde Francia, sobre Francia ·

Retomando lo que estaba narrando sobre el día en el que comenzó todo, debemos situarnos otra vez en mi yo de diecisiete años y las aburridas clases de inglés que me tocaba dar después del patio, donde mi mente desconectaba y mis pensamientos volaban libres a través de la ventana.

No quedaba mucho tiempo para que lo que para entonces era mi vida estallara por los aires.

El número que se nos había indicado en la hoja de papel era una cuenta atrás, una hora en la que un grupo de personas pretendía atentar contra la vida de muchas otras, pero sobre todo, contra la mía. Situación de la que aquel hombre misterioso trató de advertirme, en un intento por evitar que lograran su objetivo, pero que sin embargo, ni Érika ni yo pudimos llegar a comprender hasta ser demasiado tarde.

En busca de un pasado mejor (Vol II. Las Fronteras del Tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora