Capítulo 32 • Huídas (II)

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De esta manera, sobre aquel fluctuante terreno, Nathan empezó a descender, soltando manos y pies de uno en uno y congelándolos a continuación, fue descendiendo poco a poco.

- ¡¡Rápido!! ¡¡Se escapan!! -gritó Atenea, mientras continuaba corriendo hacia ellos, disparándoles sin parar.

Desesperado, uno de los soldados que lideraba Atenea lanzó su pistola de luz hacia el vacío de la catarata, en un intento por desestabilizar a Nathan. Pero Jawara logró recuperar la pistola al vuelo con una de sus lianas, antes de que cayera al abismo.

- ¡Imbécil! ¿Por qué has hecho eso? -exclamó Atenea, alterada.

Mientras tanto, Sura estaba en medio del camino muy concentrada. Parecía que iba a hacer algo de lo que debían guardarse.

Y así, con sus dos manos colocadas sobre el bastón, una luz empezó a emanar de ella y la esencia de Jawara empezó a salir de su cuerpo.

Era como si la luz absorbiera la esencia de Jawara. Y entonces, Nathan, quien no podía ver bien lo que estaba pasando, empezó a escuchar ese sonido granular de arena rozándose.

- Parece uno de los susurros... -pensó para sus adentros.

Inmediatamente después, los árboles empezaron a sacar sus raíces de dentro de la tierra. Lo hicieron poco a poco, viéndose claramente todas sus raíces principales y secundarias. Seguidamente, los árboles empezaron a caminar, dirigiénsdose al lugar en el que se encontraba Sura.

- ¡¡No os quedéis ahí parados!! ¡¡Sólo son árboles!! ¡Continuad disparando! -gritó Atenea al resto de sus subordinados.

Empezaron entonces a verse y escucharse disparos de luz. Y con ellos, muchos árboles fueron totalmente desintegrados.

Sin embargo, Atenea sabía que no podrían aguantar así durante mucho tiempo. Se hacía de noche y las pistolas funcionaban con luz solar.

- Comandante, ¿nos retiramos? -preguntó la voz de un joven soldado.

- King me ha informado de que Nathan lleva consigo a uno de los pequeños miméticos y de que parecen dirigirse hacia un portal temporal. No sé qué pretenden con ello, pero no podemos dejarles escapar -reflexionó concienzuda.

- ¿Y qué hacemos? ¡Si seguimos aquí el bosque nos aplastará! -le preguntó alarmado, aterrorizado por la gran cantidad de árboles que se les venían encima, algunos todavía incendiados.

- Nos retiraremos por el momento -ordenó juiciosa.

- ¡Pero, comandante! ¡Los perderemos! -exclamó otro de sus subordinados.

- Tranquilo Zev, sólo hemos perdido una batalla -le advirtió serena.

- Además, hay otra forma de viajar entre fronteras... -le manifestó Atenea con cierta maldad en su voz mientras daban media vuelta.

Pero no todo fueron buenas noticias. En el momento el bosque llegó a donde Sura, el cuerpo de ésta se consumió y el bosque dejó de avanzar, regresando a su estado natural.

Nathan, por su parte, quien había logrado llegar al lago en el que culminaba la catarata, no pudo ver cómo ocurría todo, pero supo que Sura había muerto en el momento empezó a ver a su alrededor el mismo polvo dorado que tiempo atrás había visto en Quebec.

Minutos más tarde, sin poder pararse a pensar en el destino al que quería llegar una vez atravesase el portal, alterado por que las SSF continuaran pisándoles los talones, Nathan cogió a Jawara en brazos y lo envolvió en su túnica, metiéndose rápidamente en él, sin mirar a atrás.

Inmediatamente después, ambos cruzaron la frontera del tiempo, siendo Nathan quien, como catalizador, elegió como destino la realidad temporal en la que Rose todavía estuviera a salvo. Pues, aunque para entonces Nathan no lo sabía, el tiempo sabe leer dónde quiere llevarte tu corazón, y es ahí donde te lleva, sea la realidad que sea.

- Por eso es tan importante tener claro cuál es tu objetivo y a dónde quieres ir antes de cruzar -matizó VIX con su ronca voz.

- Si no, puedes cometer un grave error y toparte con una cabezona como esta -comentó con cariño mientras se giraba para mirarme e intentaba sonreír.

- De verdad... -solté una pequeña risa.

- ¿Y qué pasó con Atenea? -preguntó el pequeño Nathan.

- De acuerdo con lo que dijo cuando Rose y yo nos enfrentamos a ella, debió pensar en Jawara como destino antes de sacrificar a uno de sus subordinados para viajar en el tiempo -reflexionó VIX, concienzudo.

Segunda realidad · Año 2047 · 18 de Noviembre · Canadá ·

Al menos, todo eso fue lo que nos contó VIX sobre cómo se desarrollaron los acontecimientos y el modo en el que lo vivieron cada uno de ellos.

Conforme fueron pasando las horas, la salud de VIX fue a mejor. Comenzó a dejar de toser y sus heridas permanecieron cerradas. Tampoco volvió a vomitar sangre ni se desmayó en ningún momento.

No obstante, el hecho de que VIX estuviera recuperándose tan sólo me quitó una preocupación de encima, pero en ningún momento llegué a estar tranquila realmente. Enseguida empecé a relacionar ideas y comprendí qué le había sucedido a mi hermano una vez hubo desaparecido de mi casa tras beber el oro líquido.

Así pues, para cuando VIX hubo terminado su historia, el dolor, la rabia y el rencor se apoderaron de mí y de buena parte de mi cordura.

De alguna manera, una parte de mí le hacía responsable de todo lo que mi familia y yo habíamos sufrido, aún a sabiendas de que en realidad todo había sido fruto de una desafortunada sucesión de casualidades.

- A ver si lo he entendido bien -le comuniqué entonces, pensativa, tratando de reubicarme entre toda la información que acababa de darme.

- Dime -respondió comprensivo.

- Si beber el oro líquido te lleva hasta el último lugar en el que estuviste, sea la realidad temporal que sea, ¿me estás diciendo que mi hermano ha sido enviado a ese futuro del que procedes, en el que Aaron está transformándolo para convertirlo en uno nuevo en el que sólo los miméticos o los que controlan la savia mimética tienen la ventaja para sobrevivir y en el que es muy probable que haya comenzado ya esa tercera guerra mundial de la que hablaba mi yo futura en el diario? -pregunté indignada con toda la situación que envolvía a mi hermano, pero sobre todo preocupada por él.

- Gran Guerra Global, sí- me corrigió.

- ¡Da igual el nombre! -grité con rabia, tratando de desahogarme.

Conforme más pensaba en ello, más me cabreaba. Léon era la última persona de mi familia que seguía con vida, pero le había perdido también. No podía aceptarlo. Aquella situación me generaba una horrible frustración que no era capaz de gestionar. Era un duelo que hasta el momento ni siquiera me había planteado pasar. Había estado demasiado ocupada tratando de salvar a VIX.

En busca de un pasado mejor (Vol II. Las Fronteras del Tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora