Segunda realidad · Año 2047 · 30 de Octubre · Canadá ·
- Pasad, ¡rápido! - indicó el niño mientras nos abría la puerta, tras habernos visto llegar desde una de las ventanas.
Una vez dentro, me quedé maravillada con su arquitectura. El interior de la casa era tan acogedor y envolvente como parecía desde fuera. La entrada del piso inferior daba a un mueble de madera sobre el que se enroscaban algunas de las enredaderas que bordeaban la casa. Colocado sobre éste, un espejo circular de tamaño medio y decorado con pequeñas tiras de madera, le otorgaban una forma de sol, captando toda la atención de la entrada principal.
Asimismo, en uno de los lados del mueble, destacaba también un jarrón ovalado de un color crema, del que sobresalían cinco o seis ramas onduladas, enroscadas sobre sí. En el otro extremo, no pasaban tampoco desapercibidos los diversos troncos que, apilados unos sobre otros, hacían de soporte al hacha con la que debían haberse cortado.
Por su parte, el joven nos presentó el comedor, con tal de acomodarnos. Éste, se encontraba situado junto a la entrada, ocupando la mayor parte de la casa. En él, destacaba el enorme sofá, sobre el que recaían mullidos almohadones de algodón, con tonos crudos, beige y arena, sobre los cuales, una enorme manta blanca de pelo largo, que cubría la mitad del sofá, sugería una gran comodidad.
Frente a éste, destacaba también una pequeña mesita de tronco de árbol, realizada mediante el corte de uno de sus anillos, sobre la que habían situadas gruesas velas de cera encendidas y cuencos llenos de algunos de los dulces canadienses que más le gustaban a VIX, entre los que pude ver diversos timbits, muffins de arándanos y rosquillas de sirope de arce.
El salón también disponía de dos estanterías de mimbre, rectangulares y alargadas, repletas de objetos relajantes que iban desde velas aromáticas a algunos pequeños libros apilados, o un jarrón con flores secas y una figura de un buda sentado. Asimismo, recostada sobre una de las estanterías, prácticamente escondida tras una de las sillas que había hechas de mimbre, con el culo en forma de concha, y cojines sobre las mismas, llamaba la atención una guitarra.
Y más sorprendente si cabe, todo lo descrito sobre el comedor se encontraba situado alrededor del tronco que nacía del centro. De este modo, en los lados que más sobresalían, una chimenea y una cocina se abrían paso entre el mismo, otorgando mayor dinamismo a su interior.
Así pues, asentados ya, con Harvey habiendo vuelto a su tamaño natural, el chico preparó una taza de chocolate caliente antes de sentarse sobre una de las sillas que se encontraban situadas frente al sofá, sobre el que me había aposentado.
- ¿Estás bien? -me preguntó preocupado, con la cara enrojecida, tratando de esconder su vergüenza mientras me entregaba la taza de chocolate.
El joven que nos abrió la puerta tenía unos pequeños vibrantes ojos verdes y una sonrisa de oreja a oreja que le mostraban como una persona afable y confiada que me resultaba familiar. Y entonces, até cabos.
- ¿Nathan? -le pregunté con duda.
- Sí, soy yo -me respondió tímidamente, tal como lo recordaba.
- ¿Te acuerdas de mí? -le pregunté, de nuevo, ahora emocionada, ante lo inesperado que me resultaba haberme reencontrado con él en tales circunstancias.
- ¡Claro! Nos conocimos hace seis años, cuando te perdiste por el bosque -exclamó enérgico, lleno de alegría y dulzura en sus palabras.
Me confirmó así mis sospechas, entornando una pequeña sonrisa.
- Entonces, ¿qué edad tienes ahora? ¿Once? -continué con el interrogatorio.
- Claro, Ro. Seis menos que tú, como siempre -me respondió tiernamente.
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En busca de un pasado mejor (Vol II. Las Fronteras del Tiempo)
FantasySinopsis: Rose, una joven de 17 años que no acaba de encajar en el instituto, será raptada por un misterioso hombre que afirma querer salvarla de un peligro inminente. De esta manera descubrirá el motivo de su diferencia, así como el significado de...