Capítulo 46 • Criaturas (II)

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- Mira, ¿ves esos pequeños seres de picudas orejas y cabellos canosos? -añadió con enorme ilusión mientras me guiaba hacia ellos.
Sí -afirmé.

- Son los amatpathenya de los que te hablé -me los identificó.

- ¿¡Ah, sí!? -exclamé ilusionada- ¿Las criaturas que otorgaban conocimientos a personas singulares y podían leer el futuro? -pregunté entusias mada, orgullosa de poder recordarlo.

- No esperaba menos, pequeño cerebrito -me sonrió orgulloso- Son ellos, sí, los que tienen una cabeza con el aspecto de un hombre anciano y el cuerpo de un gallo con patas negras -me lo confirmó- Y aquellas criaturas que sobrepasan el tamaño de los árboles y llevan un trozo de hielo con forma humana en su pecho a modo de corazón, ¿sabes quiénes son? -me puso a prueba.

- ¿Los gigantes de hielo? -le respondí dudosa, aunque una parte de mí sabía que tenía razón.

- También conocidos como kewahqu o kewoqu, pero sí -me reconoció el acierto- Muy bien al no confundirlos con los chenoo, recuerda que estos últimos son inofensivos para los humanos, pues sienten cierto temor hacia ellos, y por eso se camuflan entre el terren, siendo muy complicado distinguirlos de entre una formación rocosa.

- ¿Y esos seres extraños que van desnudos, tienen una cabeza sin nariz y larguísimos brazos y piernas? -pregunté también, con una enorme curiosidad.

- ¿Los que tiene todo el cuerpo marrón como si fueran masas de adobe andantes? -trató de ubicarse.

- Sí, esos -se lo confirmé.

- Pues esos pequeños seres se llaman mannegishi y habitan las rocas y los cursos del agua, divirtiéndose a costa de los viajeros que pasan cerca de ellos -me explicó- Pero no nos entretendramos más, habrá tiempo para enseñártelo todo. Ahora debo ayudar con la ceremonia -me pidió.

Yo asentí, y acto seguido, VIX le entregó a Liam un cetro de madera similar al de Innoko.

No obstante, éste, en lugar de tener plumas atadas con cuerdas y collares colgando de su empuñadura, llevaba incrustadas piedras de cristal de cuarzo en sus extremos superiores, culminando en una madera cuarteada que sostenía una gruesa y replandeciente gema translúcida.

Ante tal fastuosidad, no pude dejar de mirarla ensimismada. Todo aquello era tan mágico... No entendía nada y, sin embargo, en mi afán por comprender todo lo que estaba pasando, no dejé de prestar atención ni un segundo.

- Aquí tienes -le indicó VIX, entregándole el cetro.

¡Genial! -exclamó Liam- Al fin voy a poder empuñar el arma de la abuela -manifestó ilusionado, mientras lo contemplaba fascinado.
Por lo que hemos visto, más que un arma, se trata de un catalizador de poder -le rectificó VIX- Agudizó tus sentidos y te ayudó a controlarlos -concluyó.

- Sí, pero, ¡admítelo! Como palo de madera también duele un cojón y medio, que aún me acuerdo -concluyó tan brusco como siempre, sin importarle en absoluto lo que los demás pudieran pensar de él.

Y es que, al parecer, unas horas antes de que recobrara la consiencia, tras encontrar a Jawara dormido entre un hueco que había abierto el árbol en su propio tronco, ambos hermanos se dieron cuenta de que, bajo el pequeño, el árbol también les había dejado uno de los cetros de su abuela.

De hecho, VIX se había encargado de dejar el cetro como nuevo, sobre todo desde que habían descubierto cuál era su verdadera utilidad. Pues, en el momento Liam empuñó el cetro, la gema que sujetaba en su extremo superior empezó a brillar, mostrando en su interior el símbolo animal de un oso, con lo que Liam pudo escuchar fácilmente y por primera vez al árbol madre, quien le contó el motivo por el que Jawara había podido recobrar la consciencia y le pidió a cambio realizar un funeral para las almas fallecidas y la invocación a Los Antiguos, a quienes debía pedirles permiso para viajar con nosotros a través del tiempo si no quería ser castigado con el olvido.

En busca de un pasado mejor (Vol II. Las Fronteras del Tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora