Capítulo 14 • Aprendizajes (II)

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Intenté abrirlo, pero no pude. La ingente cantidad de raíces que lo rodeaban y agarraban con fuerza lo hicieron imposible.

- Pero, ¡Si no puedo abrirlo! -le recriminé de los nervios.

Había tratado de arrancar las raíces, de levantarlas. Sacudiéndolo, estirándolo, agitándolo... Pero nada había funcionado.

- Exacto. El libro sólo puede abrirlo un mimético -sopesó él.

- ¡Pero yo lo soy! ¿No? -exclamé furiosa.

- Lo eres, sí, pero no recuerdas cómo llegaste a serlo y una gran parte de tu "poder" se encuentra limitado. Es por esa razón que necesitamos que recuperes tu memoria, y también, el principal motivo por el que no he podido explicártelo todo y por el que te traje a tu antigua casa de verano -me explicó, tumbados cara a cara, mientras pensábamos en una solución.

- Quizá dirigirnos a la zona del bosque sobre la que pude recordar algo pueda recuperar mi memoria al completo -reflexioné concienzuda, al mismo tiempo en que VIX me dejaba acariciarle su ondulado cabello.

Entonces, de inmediato me vi siendo aupada por VIX e insertada en su espalda.

- Pero, ¿qué haces? -critiqué molesta.

- Así iremos más rápido -determinó él.

- ¿Tienes siempre que decidirlo todo por mí? -le recriminé un poco enfadada, moviéndome todo lo posible para que me bajara de nuevo.

- ¿Qué decido por ti? -preguntó sorprendido, dejándome en el suelo.

- ¡Todo, VIX! ¡Todo! Yo no quería nada de esto. Ni poderes, ni ser la salvadora del mundo, ¡nada! Y ni siquiera me dejas disfrutar de un momento de tranquilidad, ahora que al fin empiezas a abrirte conmigo -manifesté verdaderamente molesta.

- Rose, no había más opción... -me respondió con evasivas.

- VIX, sí, sí había más opciones. Debiste preguntarme antes de llevarme desde Francia hasta Canadá, debiste haberme dejado elegir -le recriminé con dureza.

- No pude. Tuve que decidir -se intentó justificar, convencido de que había hecho lo correcto.

- No VIX, creíste que debías decidir por mí, porque querías salvarme, pero, ¿y si yo no quería ser salvada? Nunca me preguntaste ni consideraste qué quería en realidad -traté de hacerle ver, herida, cómo su egoísmo le había cegado bajo un falso altruismo.

- ¿Y eso es lo que quieres? -preguntó oriundo.

- ¡No! Lo que quiero es que me escuches, que me tengas en cuenta... -le respondí decepcionada, apenada incluso.

- Está bien... -añadió compungido.

- Está bien, ¿qué? -pregunté irritada. No quería más evasivas.

- Lo tendré en cuenta. Te lo prometo -añadió serio, mientras me miraba a los ojos.

Yo le miré intimidante. No iba a pasarle ni una imposición más. Él, sin embargo, no lo tuvo en cuenta. Me subió a caballito poco después, y aunque ya estaba prácticamente recuperada, sabía que tenía razón sobre el estado de recuperación en el que aún me encontraba, de modo que, decidí dejar pasar el tema y confiar en su palabra.

Pero también sabía que si me fallaba, me sería muy difícil perdonárselo. En tal caso, nuestra confianza se habría roto, y mi confianza no era algo que pudiera recuperarse fácilmente, pues no la solía prestar a nadie.

Teniendo eso en cuenta, no le discutí más. Nos alejamos del valle que rodeaba la casa, lleno de flores y vetustos perfumes, pero exento de reprobables sucesos sobre los que indagar.

En busca de un pasado mejor (Vol II. Las Fronteras del Tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora