Capítulo 49 • Viajes (I)

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Segunda Realidad · Año 2039 · 29 de Noviembre · Canadá ·

Todavía recuerdo la euforia de los últimos días. Habíamos salvado el bosque y la persecución de Atenea al fin había terminado. De modo que Liam no tardó en sugerir celebrarlo, y acabó montando un fiestón al que todos estuvimos obligados a asistir.

Así pues, tras las curas pertinentes, Érika su pierna, Nathan su ojo y yo mi brazo, Liam nos sacó prácticamente a rastras de la cabaña que intentábamos arreglar, y allí en medio de la naturaleza, colocó un altavoz, preparó varios cócteles y nos amenazó con que nos quedáramos o nos atacaría en su forma de oso. No teniendo opción que quedarnos, y disfrutar de lo que nos había preparado.

Y así, con una cabaña destrozada, y una gran cantidad de problemas por solucionar, sumidos en la música, la risa y la intimidad, Liam consiguió que nos olvidáramos de todo lo que se nos venía encima, de los lugares de batalla en los que sólo había quedado un rastro de muerte y destrucción; de todos los enemigos a los que aún debíamos combatir, e incluso, de todos los demonios que llevábamos dentro, a los que debíamos enfrentar cada día, aunque muchas veces ni lo supiéramos.

Al final, todo el recorrido, lo que habíamos vivido... No había sido fácil. Pero allí estaban, felices y despreocupados al fin.

Me fijé entonces en cómo VIX intentaba moverse con la música e incluso se reía con alguna broma de Liam y alguna que otra travesura de Jawara, y me di cuenta de lo mucho que habíamos cambiado desde que nos encontramos en aquel vetusto puente.

Una semana después de aquello, decidimos que ya era momento de empezar con nuestros viajes. Incluido el de Nathan, quien había decidido emprender el suyo propio.

Y es que, sin duda alguna, Nathan había sido el que más había sufrido en las últimas semanas, pero también era quien más lecciones había aprendido. Sobre todo, a partir de la enfermedad y la muerte de Jawara, un suceso traumático para todos, pero que a él lo marcó para siempre, llevándole a tomar un camino distinto en la organización.
Un secreto que me confesó el día en que nos íbamos, tras su escapada al bosque.

Nos había dicho que se iba a la cascada del lago porque necesitaba refrescarse después de varios días trabajando en la cabaña sin descanso. No obstante, cuando horas después lo encontré meditando sobre una roca, bajo el agua de la cascada, me admitió haberse ido porque necesitaba despejarse. Y eso me dio qué pensar.

¿Acaso había alguna preocupación que le atormentara? ¿O era la culpa lo que necesitaba curar? Pensé que probablemente querría afrontarlo sólo, pero aún así quise quedarme, por si podía ayudarle.

Así pues, preocupada, me senté a su lado a meditar. Y a pesar de lo helada que estaba el agua, me mantuve en silencio debajo de ésta, y no me moví ni un segundo.

Pero entonces fue él quien se preocupó.

- ¿No tienes frío? -me preguntó.

Yo estaba congelada, pero no quería decírselo. Sabía que me necesitaba y que no se le daba bien pensar en sí mismo.

- No, no, tranquilo -dije todo lo seria que pude, tratando de volver al estado de meditación.

- ¡Pero si estás tiritando! -exclamó nada más abrió los ojos.

- No, qué va -le contradije. Aunque claramente lo estaba haciendo.

- Salgamos, va -sugirió.

- ¿Seguro? Yo estoy bien aquí -no quería que dejara de hacer lo que estuviera haciendo, y menos por mi culpa.

- Sí, venga -asintió con cariño y me cogió de la mano para ayudarme a bajar.

Pero por culpa de un tropiezo, nos caímos al lago. Y en medio del desconcierto y las risas, Nathan intentó besarme.

En busca de un pasado mejor (Vol II. Las Fronteras del Tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora