Capítulo 48 • Cambios (II)

50 1 0
                                    

Pero Atenea esquivó el disparo.

Después de esquivarlo soltó una carcajada, y me disparó -explicó Nathan- En aquel momento, yo estaba petrificado, no era capaz de moverme o de pensar, así que podría haberme dado con facilidad, pero lo cierto es que la bala sólo rozó mi hombro. Instantes después, se frotó los ojos e intentó darme de nuevo -continuó contando.
Parecía que tenía algún problema con su visión.
¿Llevaba las gafas? -pregunté nerviosa.
No, exacto. Me di cuenta un poco después, cuando falló el tiro -corroboró Nathan.
Debió perderlas durante la avalancha de agua -sugirió Érika.
Y menos mal, porque yo estaba prácticamente en shock -comentó sincero- Y no fue hasta un poco después que un mal presentimiento cambió el curso de los acontecimientos -manifestó.
Tras el primer disparo, la mujer empezó a marearse. Estaba muy débil, pero no parecía tener intención de rendirse -prosiguió Érika- Tras el fallo, intentó mantenerse en pie y fijar mejor la vista, apuntando bien a su objetivo -continuó explicando- Y entonces, disparó de nuevo.
Sí, y de no ser por Érika, aquel disparo me hubiera matado -reconoció Nathan, con una seriedad absoluta.
¿¿Cómo?? ¿Pero Érika no estaba sacándose la estaca? -pregunté excitada. Me había metido de lleno en la historia.
No había tiempo... así que la partí en dos y me abalancé sobre ella, clavándole la parte sobrante en la herida que tenía abierta -explicó con cierto nerviosismo todavía en su voz.
Jooder con la princesita -comentó Liam.
¿¡Y qué pasó entonces!? -pregunté eufórica. Pensaba que aquel debía sido el final de Atenea, pero no lo fue.
Mientras tratábamos de defendernos hubo un momento en que la poca vitalidad que le quedaba a Jawara se esfumó de golpe... -continuó explicando- Y de inmediato, un sentimiento de angustia me atravesó la garganta -puntualizó- Jawara debía estar dormido en su habitación, en su cuna, pero... -paró para tragar saliva- Rápidamente, el miedo que me paralizaba se fue de golpe -añadió- Salí corriendo de allí sin pensarlo, sin mirar atrás, dejando el combate en una cosa de Érika y Atenea. Y cundo llegué, allí estaba, pero no. No estaba... -intentó continuar, pero se puso a llorar desconsolado- Lo cogí en brazos. Sus pequeñas manitas y piernecitas... Sus lianas, con las que tanta guerra me había dado... Pensé en cómo ya no podría usarlas más... y... -intentó continuar, pero no podía. Le dolía demasiado.
Yo no sabía qué había pasado, pero imaginaba que era grave -expresó ella, abatida- De lo contrario, Nathan no hubiera salido corriendo hacia la parte de arriba tal como lo hizo -argumentó- Sin embargo, Atenea no me dio mucho más tiempo para pensar en lo que podría haber sucedido. Rápidamente, entre agonizantes gritos de rabia y sufrimiento, se extirpó la madera que le había clavado en la herida y empezó a apuntarme con la pistola -continuó explicando- ¡Ni un paso más, o te mato aquí mismo! -me acuerdo que me gritó muy alterada- Le rogué que no lo hiciera, pues ella temía por su vida, pero yo también. El destino había querido que ella se encontrara en una posición aventajada después de que me lanzara contra ella, dado que, aún desangrándose, había logrado levantarse. Pero en mi caso, la pierna que tenía herida y había vendado como había podido, se había quedado enganchada con algunos muebles que le habían caído encima, impidiéndome salir de allí al dejarme completamente inmovilizada -explicó- De tal modo, debajo de ella, en una posición de inferioridad, y sin poder moverme, parecía que por muy poco tiempo de vida que le quedara, la batalla acabaría en tablas -manifestó- Pero entonces, llegó Nathan.
Inmediatamente después, Érika miró a Nathan. Parecía querer que él continuara la historia. Sin embargo, Nathan no parecía poder hacerlo. Era como si se hubiera perdido entre el recuerdo. Un recuerdo tan doloroso que le había desconectado de la realidad, pero a la que Jawara le ayudó a regresar.

- ¿Papi? -preguntó Jawara, desconcertado. No entendía porqué lloraba.
Estoy bien, estoy bien, plantita -intentó animarlo dando saltitos y zarandeándolo.
Y al final, acabó contándonoslo.
De un momento a otro, la rabia se apoderó de mí... -comenzó- Incapaz de sentir nada, dejé a Jawara en la cuna, y de inmediato, una profunda sed de venganza me impulsó hasta el comedor, en donde encontré a Atenea -continuó- Nada más verla, corrí hacia ella y le cogí del cuello con todas mis fuerzas, hasta empezar a abrasárselo, aunque al principio no pude darme cuenta -continuó- Mi temperatura corporal se había elevado hasta una cantidad inimaginable, acorde a la rabia que me invadía y que me había hecho perder la cabeza -explicó- Fue entonces cuando empecé a darme cuenta de que le estaba quemando la piel y de que, contrariamente a mis principios, no quería parar -añadió con rabia, apretando los dientes- Una parte de mí quería que sufriera, quería matarla... ¡Le odiaba! Se lo merecía... pero eso sólo lo sentí al principio, después, al ver cómo intentaba luchar por su vida y no morir asfixiada mientras la ahogaba... Volví en mí, y la solté, aterrado de mí mismo, al darme cuenta de hasta dónde el odio me había llevado -nos confesó temblando- Rápidamente, miré al suelo, esperando que continuara con vida -nos confesó entre lágrimas- Pero ocurrió algo que nunca hubiera imaginado -concluyó- Atenea había muerto... la había matado... -nos confesó entre lágrimas, sintiéndose tremendamente culpable.
La matamos -le corrigió Érika, colocando su mano sobre el hombro de su compañero- O, al menos, a la forma humana de esa espantosa criatura...
¿Cómo? -les interrumpí desubicada. Me había parecido no entender bien lo último que había dicho Érika.
Sí... Atenea es un Adzeekh... -nos confesó VIX- Lo descubrí durante la batalla en la casa de campo, cuando conseguí alcanzarle con mi daga -explicó- Pero se escapó antes de que pudiera acabar con ella -concluyó.
¿Pero qué es eso? -pregunté totalmente desconcertada.
La materialización de un alma perdida -me respondió VIX- Atenea es el único Adzeekh que he podido ver hasta ahora, pero según cuentan las leyendas de la tribu de los kitimat, cuando un guerrero moría sin haber cumplido aquello con lo que se había comprometido, su alma se quedaba vagando perdida entre los bosques y las más altas montañas de Canadá, esperando a que un nuevo señor les diera un nuevo objetivo por el que luchar, logrando reencauzar su camino en la vida, y por ende, también en la muerte.
¿Quieres decir que esas almas perdidas, si cumplieran su nueva misión, dejarían de "vagar sin rumbo" y encontrarían un descanso definitivo, como el resto de almas? -pregunté con duda.
Eso mismo -aseveró.
¿Y qué pasa si no se les da ese nuevo objetivo? -inquirí intranquila.
Según las leyendas, vagan convertidas en espíritus malignos sin un rostro definido, intentando capturar otras almas para arrastrarlas consigo al mundo de los no vivos -explicó- Pero yo no llegué a verle materializarse, sólo supe que Atenea era un Adzeekh gracias al brillo que empezó a emitir mi daga en el momento la saqué frente a ella -advirtió- En cambio, Nathan y Érika sí llegaron a verla, ¿no es así? -se dirigió a ellos.
Sí... el grito que escuchaste antes de que nos encontraras tirados sobre el suelo de la cabaña, era mío -confesó Érika-Fue lo que me nació en el momento aquella cosa se abalanzó contra nosotros -se justificó- Tenía miedo y todo sucedió tan deprisa... -continuó- No conocía la existencia de aquel oscuro ser al que sólo se le marcaban las cuencas de los ojos, pero sabía que quería matarnos, y no tardó en demostrarlo -manifestó- Pronto, se abalanzó sobre Nathan, quien intentó defenderse disparándole varias veces con las balas que aún le quedaban, sin lograr darle, no obstante, pues tenía un cuerpo espectral, y enseguida se acercó lo suficiente a Nathan como para poder a absorber su energía vital -continuó explicando.
Qué loco -sopesó Liam- ¿Y cómo le detuviste, princesa? -le preguntó elevando las cejas, como poniéndola a prueba.
Ante semejante suceso, yo me quedé sin palabras. Con la cara boquiabierta y los ojos bien abiertos, intenté asimilar lo desconcertante y aterrador que debía haber sido enfrentarse a una criatura como esa.
Con la daga de VIX -declaró ella, rotunda- ¿Os acordáis de que estaba atrapada e intentaba no sólo sacar la pierna de debajo de los escombros, sino también, encontrar algún objeto con el que atacar a Atenea? -preguntó indirectamente- Pues estando tan asustada y desesperada como me encontraba, me puse a observar todo el espacio a una gran velocidad y nerviosismo... -continuó- Y así pude darme cuenta de que había algo que emitía una poderosa luz desde debajo de las mantas -concluyó- Y no sé por qué, me aferré tanto a la posibilidad de que aquello podría ayudarme a enfrentarme al espectro, que me empecé a arrastrar sin tener en cuenta el dolor, tirando de la manta que tenía más próxima a mis brazos, con todas mis fuerza, hasta que logré liberarme y pude descubrir qué era lo que emitía el destello -añadió.
Mi daga, claro -aseveró VIX, lanzándole una mirada cómplice- Me gusta que fuera con ella, es un buen final para lo nuestro -reflexionó.
Sí... menos mal que me la prestaste -le agradeció Érika- Por algún motivo que desconozco, en el momento saqué la daga de debajo de las mantas, el espectro empezó a emitir un grito súper agudo, y se volvió loco, hasta el punto de soltar a Nathan y venir a por mí, lleno de rabia. Probablemente con la intención de detener lo que estuviera provocándole la daga -nos comunicó igualmente sorprendida- Recuerdo también que cuando se abalanzó sobre mí, sólo pude cerrar los ojos y colocar la daga entre mí y ella... -añadió- Fue ahí cuando grité -puntualizó- Pero al abrir los ojos pude ver cómo la daga se había clavado su cuerpo, con lo que éste se desvanecía, al igual que el de Atena.
Instantes después sucedió algo inimaginable -añadió Érika.
¡¿Más?! -exclamó Liam, incrédulo.
Yo no pude verlo porque estaba inconsciente, pero Érika me contó que justo después de acabar con aquella criatura, el árbol empezó a brillar de un modo similar a cuando lo vimos dar descanso a todas las almas -explicó Nathan- Entonces, el cuerpo de Jawara apareció levitando en el comedor, mientras el tronco del centro de la casa empezaba a formar un gran agujero en su interior, con el que acabó arropando a Jawara -explicó- Y, mientras guardaba a Jawara, una especie de líquido dorado empezó a recorrer sus vetas y más profundas hoyaduras, hasta llenar todo el agujero que había originado, con lo que Jawara quedó sellado bajo una cubierta de ámbar, a través de la cual, el bosque hizo sus cambios -concluyó.

Qué cambios? -pregunté intrigada.
Gracias a que Jawara no está únicamente vinculado con el bosque de Quebec, el árbol madre pudo mantenerlo con vida en un coma inducido, utilizando la energía vital que le aportaba el otro bosque, hasta poder extirparle la condición mimética perteneciente a Quebec, por la que Jawara había muerto -explicó Nathan.
Es verdad... -pensé en voz baja- El padre de Jawara está vinculado con Eskdale... Tiene sentido que una parte de él no se viera influída por lo que le ocurre a Quebec -reflexioné- Pero, igualmente, una parte de él seguía perteneciendo a Quebec, por lo que si se la quitó... ¿cómo pudo seguir viviendo sólo con una parte de su condición mimética? Es como si le hubiera partido el alma, ¿pero acaso es eso posible? -cuestioné.
No, no lo es -me lo confirmó Nathan- Cuando decía que el bosque hizo sus "cambios" es porque cambió algo, y lo que cambió fue su condición mimética pura -indicó.
De hecho, creo que es la primera vez que el bosque decide hacer un cambio como este -comunicó VIX.
Pero, ¿cuál? -pregunté ilusionada.
Cambió su condición mimética vinculada a Quebec, por la que debería haber muerto, por una condición humana, con la que podría vivir -me comunicó Nathan, emocionado.
Entonces... -añadí pensativa.
Es un mimético parcial, como nosotros -se me adelantó Nathan, sonriente, y con la energía positiva que tanto le caracterizaba.
¿Sí? -no me lo creía- Menos mal... -manifesté entre lágrimas- Lo único que no entiendo es porqué a él le afectó más que a nosotros el daño que le estaban provocando los aldeanos al bosque de Quebec si su energía estaba vinculada también con Eskdale -planteé extrañada.
Que fuera un mimético puro era lo único que nos diferenciaba de él -sugirió VIX.
Ya, pero si una parte estaba vinculada con Eskdale... -continuaba pensando.
¿Y qué mas da? Puede que fuera porque es más pequeño, o porque tiene menos defensas que nosotros, yo qué sé -reflexionó Liam, quitándole importancia.
Realmente no importa mucho, es cierto -reflexionó VIX.
Pues sí, lo que importa es que está bien -concluyó Nathan, con el ánimo mucho más recobrado- ¿Verdad, plantita? -se refirió a él, con gran alegría y cariño.
Miró entonces al pequeño mimético que llevaba sentado sobre los hombros y no dejaba depatalearle inquieto.
¡Sí, sí, sí, sí! -afirmó éste, lleno de energía, y totalmente recuperado, como si nada le hubiera ocurrido.
Nathan le miró sonriente, agradecido de poder seguir a su lado. Y nosotros hicimos lo mismo, dándonos nuestro último gran abrazo.

En busca de un pasado mejor (Vol II. Las Fronteras del Tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora