Una vez dentro de la cocina, el hombre me sentó con cuidado en una de las sillas y se preocupó de que pudiera llegar bien a la comida. Sin embargo, no pronunció palabra alguna hasta que la aparición de un erizo me hizo romper el silencio.
- ¡¡Un erizo!! -comenté ilusionada, elevando un poco la voz debido a la emoción.
- Baloon, venga, baja de la mesa que vamos a cenar -le pidió aquel hombre amablemente mientras le colocaba varias bellotas en un pequeño cuenco próximo a la mesa.
- Es una monada -recalqué.
- Te veo más calmada, me alegro -añadió él, manteniéndose serio.
- Todavía no me fío de ti, no te creas -le dije amenazante, con una mirada intimidante.
- ¿Por qué acaricias entonces a Baloon? -preguntó sarcástico.
- Si llevo aquí un mes y no me has matado, supongo que puedo fiarme un poco -reflexioné concienzuda mientras dejaba que el pequeño erizo rosado continuara lamiéndome el dedo.
Entonces, aquel hombre suspiró.
- ¿Y Harvey? Sal, pequeño, venga, que nuestra invitada al fin ha despertado, y ya puedes saludarla -sugirió con su apagada voz, aunque un tanto más alegre.
Al instante, un pequeño roedor asomó su cara por la rendija de una de la puerta de los armaritos de la cocina. Cercano al suelo, no tardó en salir de su escondite y venir a donde estábamos nosotros, dándome la bienvenida con un áspero lametazo en el pie y un pequeño mordisco.
- ¡Ay! - me quejé de inmediato.
- Harvey, venga, contén tu emoción -le regañó el hombre tras agacharse para ver dónde me había mordido.
- ¿Son tuyos? -le pregunté curiosa.
- Mis compañeros, sí -matizó él, mientras terminaba de mirarme la pierna y giraba su rostro hacia mí.
- Entiendo -dije con seriedad y bajando la mirada, pues sentía que acababa de meter la pata.
- No te preocupes por el mordisco, Harvey es un animal muy limpio y está bien cuidado. No te transmitirá ninguna infección, te lo aseguro -me explicó él mientras acariciaba al pequeño hurón y dejaba mi pierna reposar.
- No pasa nada, no me asustan los animales ni las infecciones. Nunca me he contagiado de nada -le comenté con cierto reparo, pues no entendía del todo qué estaba pasando.
- Lo sé, pero no por ello iba a no revisarte -respondió él, al tiempo en que se levantaba en dirección a su sitio.
- ¿El qué sabes? -le pregunté alarmada.
- Tu pierna, fíjate, ni rastro del mordisco -añadió él con seriedad, señalándomela mientras la elevaba de nuevo.
- Ah, sí -dije yo, tras comprobar que, efectivamente, no quedaba ni rastro de la herida.
- ¿No te había pasado antes? -me preguntó él, con la boca llena de comida, tragando casi como si de un animal más se tratase.
- Puede -intenté no responderle, pues no sabía por qué le interesaba tanto mi capacidad regenerativa.
Y volvió el silencio. Poco después, en el momento en el que ambas criaturas empezaron a comer, el hombre se levantó y sin decir nada más, empezó a ponerme agua y a servirme la comida.
- Come anda, que todavía no has probado bocado -añadió él, un pelín más amable.
- ¿Puedo? -pregunté ilusionada, con cierto brillo en mi mirada y la saliva ya en la boca.
ESTÁS LEYENDO
En busca de un pasado mejor (Vol II. Las Fronteras del Tiempo)
FantasySinopsis: Rose, una joven de 17 años que no acaba de encajar en el instituto, será raptada por un misterioso hombre que afirma querer salvarla de un peligro inminente. De esta manera descubrirá el motivo de su diferencia, así como el significado de...