Capítulo 18 • Pasiones (II)

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Tercera apertura

Segunda realidad · Año 2047 · 20 de Octubre · Canadá ·

Despejada al fin, la ilustración de la portada se veía clara. Era el bosque de Quebec, tal como me había parecido. Empero, gracias al retiro de las raíces, esta vez sí pude ver algún detalle que me había pasado por alto la primera vez que sostuve el libro. Y así, en la portada pude ver a VIX, en el centro, de la misma forma que la primera vez que le vi, con su túnica y su sombrero, envuelto en un aura de misterio. Era como si la propia naturaleza de Quebec hubiera sentido el momento en el que el libro había regresado y lo había dejado grabado sobre él.

Por otra parte, en su contraportada, un pequeño surco se formaba, hundiéndose entre su rugosa textura de un líquido dorado solidificado, formando en su parte central una figura, con forma de rosa, como si de la impresión de un sello se tratase. Pero era un sello natural, hecho por una sustancia líquida distinta a la cera. Una sustancia vegetal, similar a la resina, pero más viva, de un dorado más brillante.

Así pues, tiré de ella, con la intención de revelar el hueco que escondía. Tiré y tiré de aquella solidificada resina, hasta que, poco a poco, logré retirarla, dejando aquel hueco totalmente abierto, y logrando ver así, en su interior, la forma de un reloj de arena idéntico al de VIX.

Preocupada, tapé aquel hueco con el sello y no me demoré más en abrir el libro.

Una vez inmersa en él, empecé a comprenderlo todo con absoluta claridad. No sólo la forma en la que una explosión me había quitado a mi madre, también, el modo en el que una explosión me había separado de mi padre.

Pronto caí en la cuenta de que la persona que había escrito la historia era yo misma, en etapas vitales distintas. Pero también, parecía existir una bifurcación entre dos futuros distintos, pues, aunque mi presente coincidía con el pasado de la Rose de nueve años, la Rose de diecisiete que se encontraba leyendo aquellas memorias no había llegado a vivir todo aquello que contaba la Rose de treinta.

No obstante, el hecho de no haber llegado a esa versión de mí misma no me impidió empatizar rápidamente con ella. Recuerdo llorar al leerme morir. Recuerdo llorar al entender al fin quién era VIX. Y recuerdo también cómo aquella lectura, de alguna manera, acabó siendo el punto y seguido de lo que sería una gran historia de amor.

Segunda realidad · Año 2047 · 30 de Octubre · Canadá ·

Asimismo, en cuanto al diario que VIX me prestó y sobre el que he decidido retomar su escritura en el día de hoy, he de reconocer que no hablamos acerca de él y de lo que contenía.

Creo que ninguno de los dos sabíamos cómo abordar esa conversación, de modo que continuamos evitándolo mientras nos manteníamos ocupados con el tratamiento.

No obstante, que no lo habláramos no significó olvidarme de todo, al contrario. Tanta información me resultó tremendamente abrumadora, tanto que mis pesadillas empeoraron, provocándome insoportables migrañas durante el día, cuando algún recuerdo que otro venía a mi mente, incluso si no me pertenecía.

Pues, de alguna manera, una vez terminé de leer el libro, algo dentro de mí despertó, como si de una conciencia interior se tratase, una conciencia por la que podía sentir que todo aquello que viví en otra vida lo hubiera vivido en ésta.

El amor y la tristeza, el dolor y la esperanza de Quebec... ¡Se sentían tan reales! Durante un tiempo me volvió loca. Me costó mucho distinguir los sentimientos que no me pertenecían, los que pertenecían a la naturaleza que formaba parte de mí, la cual, todavía no acababa de comprender ni terminaba de controlar del todo.

En busca de un pasado mejor (Vol II. Las Fronteras del Tiempo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora