Capítulo 5

13 0 0
                                    

—¿Es una buena idea que salgas con una profesora?

—¿Lo estás diciendo en serio?

La estruendosa carcajada de Thomas lo forzó a apartar el teléfono por un momento. Ambos se conocían desde hacía treinta años, y Robert siempre supo de las escapadas de Thom, de la cantidad de mujeres que conseguía gracias al peculiar detalle de su mirada azulada y el dorado de su cabello. Hasta que conoció a Blair.

 —Oye, la gente cambia, eso deberías saberlo. Desde que estoy con Blair no he tenido nada casual.

—Lo sé. Estarías muerto en caso de lo contrario.

—De acuerdo, galán —bufó—. Vamos de nuevo. ¿Cuánto tiempo llevan saliendo?

—Thom, llevo una semana en este lugar.

—¿No te parece que es muy pronto para alterarte? ¿Qué te pone así?

Expulsó aire con brusquedad antes de responder.

—¿No estás escuchándome? Te dije que en cinco días me ha hecho dos escenas de celos. La primera fue cuando hablaba con Blair y la segunda porque Lexi, la chica que trabaja en la cafetería más cercana al campus me regaló un pan de zanahoria. Y ese incidente fue apenas ayer. No sé qué hacer.

Thomas lo pensó por un momento.

—Mira, es difícil. ¿Por qué no me envías una fotografía? Sé leer las caras...

—No empieces con eso...

Volvió a apartarse el teléfono para evitar que la carcajada de su amigo le reventara el tímpano.

—Es un chiste —hizo una pausa—. Ya la encontré en internet. ¡Wow! Es tan atractiva que me cuestacreerlo. Pero me desconcierta el hecho de que sea una loca. ¿Ha pasado algo más? 

—¡Diablos, no! ¡Tenemos días saliendo como para acost...! —se detuvo en seco y entonces abrió los ojos como platos. Se dio cuenta de que el tono de su voz se había elevado lo suficiente como para dejar de ser un murmullo. Al notar las miradas de las otras mesas, se apresuró en tomar su chaqueta y se despidió de Lexi con una mano.

 —Rob, ¿no te parece que ya estás mayor como para asustarte de ese modo?

—¡Ya sé, ya sé! —refunfuñó—. Es solo que... no me ha nacido.

—Los problemas se derivan de ahí. Es obvio que esa mujer te tiene unas ganas incontrolables. 

—¡Thomas! —escuchó el regaño de Blair a lo lejos.

—Tal vez.

Se giró para volver a la cafetería.

 —Mira, inténtalo, no es la gran ciencia. A menos que ya no puedas —se rio con descaro ante el chiste.

—Idiota.

—Háblame cuando puedas. Mientras tanto, buscaré algún médico en Vermont para que te ayude con tu problemita de impotencia.

—¡Idiota! —repitió intentando parecer severo y entre risillas, colgó el teléfono.

En su primer sábado, Robert había quedado con Jessica de encontrarse sobre Main Street para pasar el día juntos con la intención de conocerse mejor. Como siempre, él había llegado con mucho tiempo de anticipación y optó por ir a saludar a Lexi. Se recordó que le debía una disculpa por el incidente del pan de zanahoria, era lo menos que podía hacer. Un escalofrío le recorrió la columna al rememorar la mirada fría de Jessica al verlo charlando con la chica. Por todos los cielos, ¿en qué cabeza le cabía ponerse así por una jovencita como Lexi? ¡Le doblaba la edad! Fácilmente podría ser su padre...

El amor que construimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora