Se negaba a creerlo.
No sabía por cuánto tiempo se quedó contemplando el móvil sobre la barra. Desde que él lo tomó, habían dejado de insistir, aunque tenía alrededor de 8 llamadas perdidas, todas del mismo número.
De Chicago.
Desesperado, corrió a la sala y tomó su teléfono para encenderlo rápidamente. Necesitaba confirmarlo, antes de que ella saliera de la ducha y bajara con él. Buscó en su lista de contactos el número de Dale y entonces los comparó.
No podía ser cierto. Emma había dicho que era su hermanastro el que llamaba, y Dale era el único insistente esa mañana. Había dicho que lo odiaba, que era tan arrogante como su madre. Que su madre estaba cansada con su padre. Y también le dijo que él estaba interesado en ella. Que la acosaba. Demonios, ¿y si quizá estaría enamorado también? No, no, no, no, imposible.
Qué nombre tan común, había dicho durante la cena. Todo encajaba.
De repente, ya no sentía la burbuja de felicidad. Le invadió un frío desgarrador y no sabía qué decir. Ya no estaba listo para entrar en la tina con ella. Se sintió frustrado al pensar que, una vez más, George, el amante y ahora esposo de Amanda, le estaba arruinando la vida, pero tampoco podía odiarlo, porque él era el padre de la mujer que amaba.
Sin pensarlo, buscó nuevamente el contacto de Dale y le marcó. Se acercó al umbral de la cocina para asegurarse de que Emma no lo descubriera. Le respondió al segundo tono.
—¿Papá? —inquirió con voz ronca y con una insultante sorpresa.
—Dale, ¿estás tomando otra vez? —hablaba tan bajo que parecía susurrar. Dale emitió un gemido de fastidio.
—¿Me llamaste solo para eso?
—El viaje que quieres hacer, ¿a qué lugar es?
Volvió a gruñir.
—Hum, a Vermont. No te dije nada porque te ibas a poner sentimental, pero en realidad voy a Norwich. ¿Me vas a ayudar con eso?
Definitivamente no.
—Mencionaste a una chica...
—Sí. Es la hija de George, el nuevo esposo de mamá. Mi nuevo papá —bromeó. Pero ese comentario ya era lo de menos.
—¿Cómo se llama?
Se sintió estúpido al preguntarle, como si esperara oír otro nombre. Era inútil seguir negando el hecho de que se trataba de la misma chica. No había marcha atrás, y no tenía idea de qué hacer.
—Emma. ¡Oye! Pues tú eres profesor ahí. ¿No la conoces? Su apellido es Greenwood.
Mierda. Su instinto humano le decía que lo mejor era negarla. De ese modo, estaría a salvo aunque por otro lado, negarla era como faltarle al respeto. No sabía qué decir.
—Bueno, como sea —continuó Dale al cabo de un rato—. ¿Vas a ayudarme?
Su tono déspota le molestó. A la mierda la moral.
—No.
Dale no dijo nada más. Se limitó a colgar.
Estaba perdido. Y no sabía cómo lidiar con eso. Se detuvo frente a las escaleras, pensando si debía subir. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? Se debatía entre ser honesto con ella y decirle que tuvo la imprudencia de ver su móvil porque no dejaba de vibrar y lo peor, comunicarle que el mundo era más pequeño de lo que parecía y que ella era la hija del amante de su ex mujer. Y que su propio hijo, estaba interesado en ella.
![](https://img.wattpad.com/cover/351552374-288-k421113.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El amor que construimos
Romance¿Y si el amor de tu vida es 20 años menor que tú? ¿Cómo saber cuál es tu hogar en el mundo? Robert Harris, un escritor atractivo y talentoso, llega a Norwich, Vermont, un pueblo donde parece vivir en un otoño permanente, con la intención de huir de...