Capítulo 10

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—Está bien, está bien —dijo Blair al teléfono—. Tienes que contarme cómo es ella.

Robert lo meditó mientras escuchaba la emoción de su amiga. Le sorprendió la rapidez con la que le respondió tras enviarle un mail donde le contaba cómo iban las cosas en Dimbert, además de atreverse a añadir como posdata: "Por cierto, hay alguien que me gusta".

 —¡Caramba, Blair! No estoy enamorado, ¿de acuerdo? Simplemente... me gusta, es todo.

—¿Es todo? Oh no, Harris, a mí no me puedes engañar, recuerda que lo único que nos faltó es haber nacido juntos —escuchó una risa al fondo. Debía ser Thomas—, así que más vale que lo cuentes de una vez o tendré que pedirle a Thom que te interrogue. Y créeme, eso ya es demasiado.

Robert suspiró pesadamente y se sentó en el columpio del porche. Saludó a lo lejos a la señora Robinson, que salió lentamente a regar las flores del jardín. Por un lado, moría de ganas de contarles a sus mejores amigos sobre la mujer que comenzaba a interesarle. A esta altura de la vida, ya no podía engañarse a sí mismo. Recordó con un escalofrío la noche anterior en la que se descubrió pensando en ella y en la conversación acerca de su estadía en Dimbert. Le gustaba y aunque eso no era para vanagloriarse, no podía dejar de disfrutar aquella sensación agradable al recordarla caminar o cada que lo miraba con unr epentino interés.

Y eso estaba mal. Por eso, no podía ilusionarse así. Era una maldita locura.

 —La verdad es que... —se rascó la cabeza— no estoy muy seguro para algo así. Ella es interesante, inteligente y un poco altanera, pero solo me conformo con mirarla de vez en cuando. No quiero involucrarme en algo más.

Al otro lado de la línea, Blair expulsó aire por la boca. Podía imaginarla poniendo los ojos en blanco.

 —¿Y por qué no? ¿Qué te lo impide?

Se mordió la lengua con fuerza. No podía decirle que se sentía atraído por su estudiante.

—Es complicado ahora, Blair. Pero mira, hablaremos de eso cuando vengan, ¿de acuerdo? Tengo másde un mes esperándolos...

 —Sí, sí, lo siento mucho cielo —se disculpó rápidamente—, pero las cosas se salieron de control en la agencia y Thom también ha estado ocupado. Estamos trabajando duro para ir muy pronto, te lo prometo.

—De acuerdo.

—Tengo que dejarte, cielo. ¡Ni creas que he olvidado lo de tu novia! Tarde o temprano me locontarás... o las cosas se pondrán peor para ti.

Se echó a reír para ocultar su nerviosismo.

—Saluda a Thom y a Helen.

—Lo haré. Te quiero Robbie.

—Y yo a ti, linda.

No pudo evitar desparramarse con alivio por el columpio cuando colgó el teléfono.



Y después de esa confesión a sí mismo, se descubrió aún más al pendiente de ella.

Probablemente eso lo hacía verse como un acosador, pero con el paso del tiempo aprendió a recordar los horarios en los que ella frecuentaba la cafetería y cuando caminaba hacia la Biblioteca Principal. Incluso supo cada cuando Patrick Smith la acompañaba aunque no era del todo su agrado. También se advirtió que tenía que ser muy cuidadoso cada que la miraba o hablara con ella.

Peligroso porque había una profesora resentida que no dejaba de vigilarlo cada que le era posible.

Peligroso porque sentía miedo de romper ese juramento que se hizo: jamás fijarse en alguien mucho másjoven.

El amor que construimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora