Oliver era como un niño pequeño, así que debía cuidarlo, pero ahorita me dan ganas de pegarle.
— ¿Te fuiste sin ninguna explicación? — pregunté
pregunté seriamente.— Me sentía expuesto, no recuerdo nada — se lamento el castaño.
— Te preparo el desayuno, te llevo una pastilla para el dolor de cabeza y te fuiste.
— Soy un cobarde, pero no sabía que hacer.
Que ganas de pegarle, ni yo llegue a tanto.
— Pedri hizo lo mismo y no lo deje con las cosas en las manos, estúpido.
—Pero no me grites – dijo agachando la cabeza.
—Es que me da pena Ferran, maleducado – dije dándole con la almohada.
—Tu sabes que es despertar y ver que le has escrito un montón de cosas, básicamente le dije que me gusta Pablo y ese estúpido no me gusta, no me gusta – dijo el castaño.
Oliver tenía miedo y siempre me lo ha dicho.
—Yo bese a Pedri después de haberlo besado en una fiesta y no sabía que era futbolista, tú no te besaste a Ferran solo le escribiste borracho, no es nada grave.
—¡¿No es nada grave?! – grito.
—Estoy seguro de que no le ha incomodado a parte estabas ebrio, eso no cuenta como confesión de amor, tonto.
—Si Mateo se entera voy a ser la burla de ustedes.
Se tiro de espaldas y empezó a dar vueltas, a veces hacia berrinche o drama por nada.—Venga, levántate, tenemos que ir por el zanahorio y por Teo – dije moviéndolo.
—No lo quiero ver, que vergüenza.
—No seas tonto, mira a Mateo, se quedó en la habitación con Joao y eso que se besaron.
—¡Se besaron! – grito sorprendido
—No grites joder, aun me duele la cabeza.
Recuerda que ya casi termina el entrenamiento, tenemos que ir a ver a Pedri.
—Dime que no grabare a Ferran, por favor Gavi, ten piedad de tu mejor amigo – dijo mirándome con un puchero.
— Es tu trabajo Oli, levántate, iré con Pedri. Ve a buscar a Rodri y Mateo – avise levantándome.
Salí de la habitación encontrándome con Ferran, seguro el entrenamiento ya termino, joder ojalá no se vaya.
—No te apures, Pedri sigue ahí, ¿has visto a Oliver? – pregunto.
—Seguro está en su habitación, ¿Por qué? – pregunte con una sonrisa.
—Estoy preocupado, salió corriendo de mi habitación después de bañarse y no me dejo explicarle nada.
—A veces es medio tonto, pero búscalo en su habitación – dije sonriendo.
—Gracias, Pedri sigue en las canchas – dijo guiñándome el ojo.
Estas sonriendo, estas sonriendo, team Pedri hasta la muerte.
Cállate por favor.
No había nadie en las canchas, fruncí el ceño confundido, Ferran me dijo que seguía aquí, pero no hay nadie.
—Me buscas Pablito – escuchar su voz me hizo estremecer.
—Joder, me asustaste – respondí.
—Ni que fuera tan feo, ¿Cómo sigue la resaca? – pregunto con una sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Nuestro Verano
Romance«Bebé los dos sabemos que es verano Y que tal vez Cuando termine agosto no nos volvemos a ver»