Capítulo I, El museo

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Era noviembre, una limusina se desplazaba por la octava avenida rumbo al fastuoso Museo Metropolitano, la mujer que se encontraba en la parte de atrás miraba por la ventana, frente a ella un hombre, el cual trataba de encontrar el mensaje en su celular del que fuera su compañero en la universidad cinco años antes. La mujer se había percatado de la hora, estaban por llegar pero nuevamente tarde, aquel hombre que tenía enfrente no solía ser tan despistado, dado que el mensaje que trataba de localizar no era precisamente en su celular si no en el de ella.

- Se puede saber ¿que buscas? – le cuestionó risueña la morena.

- Nada, recuerdo que el mensaje lo vi cuando me puse el corbatín, por aquí estaba – comentó el castaño.

- Archie me admira que seas tan despistado, el celular al que llegó el mensaje fue al mío – aclaró ella.

- Annie, ¿de verdad? Entonces ¡dámelo! – le pidió extendiéndole la mano.

- Para qué, él ya llegó desde hace un par de horas y nosotros vamos retrasados – recalcó la palabra.

- Si lo sé, pero ese juego no podía postergarlo, mi hermano me debía la apuesta y tenía que pagármela – aclaró el castaño.

- Sí amor, pero Stear no iba para ningún lado; si viven casi juntos – era el colmo de la desesperación.

- Bueno lo importante es que ya llegamos – dijo Archie con alivio.

- Si Archie pero es tardísimo, veremos si no el Tío Abuelo nos reclama nuevamente por llegar tarde – retó ella.

- Lo va a hacer, pero me responsabilizaré por ello, además también busco a mi amigo, quiero que lo conozcas – le tomó de la mano.

- De acuerdo, pero ya vámonos – lo jaló apenas la limosina paro totalmente.

Annie se acomodó el vestido de seda azul, se sujetó el abrigo de piel en color blanco y tomó su bolso, preparándose para bajarse de la limusina. Archie por su parte se acomodó el cuello de la camisa y los puños, cuando salió jaló el saco del traje y miró hacia atrás para ofrecerle el brazo a su esposa. Caminaban entre personas del mundo del periodismo y a la entrada del Museo se encontraron con unos ojos pardos serios y ligeramente enfurecidos.

- Archie sabes que es de mala educación llegar tarde a tus compromisos. Annie querida deberías decirle a Archie que no puede llegar tarde a estos eventos – los recriminó tajantemente.

- Si tía abuela lo haré. Archie te lo dije, la tía abuela es una, veremos cómo nos va con tu tío – le hizo una mueca de hastío.

- No te preocupes, la tía abuela es así, no pasará nada. Ven, vamos a donde están todos – la tomo de la mano y la condujo hasta donde estaban los demás miembros.

- Archie y tu hermano ¿dónde está? Patricia y él no han llegado aún – reclamó la matriarca.

- Llegará más tarde tía abuela, estábamos juntos cuando nos acordamos del compromiso – aclaró él de inmediato.

- Ustedes dos no tienen remedio. Vamos a la sala de espera, ahí están los demás – salió rumbo hacia ésta.

- Si tía abuela, adelante – le dio el pase.

- Gracias Archie, al menos sé que conservas algunos modales – la señora se alegró por ello.

- Annie, Archie ¿cómo están sobrinos? – Albert les recibió muy contento.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora