Capítulo X, ¡Conociéndose más!

11 3 0
                                    


Ella

Apenas Princesa llegó a su habitación, se quitó el saco, lo depósito en el respaldo de la silla que se encontraba cerca de la puerta del baño, se metió a este y al poco rato salió ya vestida con su pijama; se encontraba tejiéndose una larga trenza con su dorado cabello. Caminó hasta el saco que momentos antes había colocado ahí, lo tomó y se lo acercó para percibir su aroma, abrazándolo y sonriendo ante esa actitud.

- Terrence Grandchester, ¿quién eres? ¿Qué quieres? ¿Me quieres? – se preguntó ella sonriendo.

Caminó hasta la ventana y se asomó desde allí, viendo como paseaba él por el jardín y suspirando el clima corrió hacia la casa cuando el aire de la noche corría sin cesar.

- ¿Qué haces buscándome sin cesar? Mi padre no quiere que sepas nada de mis orígenes, Henriette no ha sido buena anfitriona y me ha dicho que me aleje de ti, ¿por qué? ¿Qué significa la cena de mañana? No sé, pero no puedo dejar de verte, desde el día en que te vi en la Villa, te veías enfadado, celoso o contrariado quizás. En verdad que no lo sé, pareces tan celoso en ocasiones... mi padre platicó conmigo pero no le creo una parte, dice que me has estado buscando desde la exposición en Nueva York de Henriette, me ha contado Annie que te has puesto celoso de Jimmy y de Mickel, me ha encantado que te hayas quedado hoy en la mañana en el torneo aunque por la cara que pusiste no me extrañaría que odiaras a todos los hombres que se me acercan – habló al aire riéndose. Al parecer los chicos se divierten contigo, pobre... Candice estás remotamente atraída por él y debo estar loca, es uno de los amigos de Tommy, Archie y Stear, qué diablos estoy pensando. Sencillo pienso en lo endemoniadamente sexy que se ve, en que he tocado su mano y le he besado, de verdad que fui ¡osada! Cómo se me ha ocurrido eso siquiera, besarle y salir ilesa, pero pronto te diré lo que soy y quién soy Terry...mi Terry.

Él


- Princesa qué linda te ves, ojalá mañana me pudieras decir ¿por qué me besaste? Si fuera un pequeño diría que nunca me lavaré el rostro, pero no podría, sólo saber que mi saco se llevará lo que yo deseo, tu aroma se prenderá en él, ¿qué me has hecho princesa? Ahora soy celoso, cuando antes era u mujeriego, ¿quién lo diría? Ni Georgiana ha logrado que me ponga celoso, pero ¿por que tú sí? ¿Qué me has hecho? Sólo sé que debo saber ¿quién eres? Pedirte perdón por saberte de otros, Jimmy es apenas un chiquillo como tú, Mickel un idiota mujeriego que no te merece y Neil, es a quién nunca le pediría ni una dirección, solamente para mi eres mi amiga, pero pronto serás algo más que mi amiga.

Sentir el frio de la noche es un alivio para mí, sentir además que las cosas varían al sentir tus labios sobre los míos, que será de mí cuando confieses que me quieres, pelear con Albert y con cada uno de ellos bien merece la pena, porque tu Princesa mereces mi amor.


Los comensales

Princesa y Terry se fueron a dormir con una sonrisa de lado a lado, ambos sabían que cada uno de ellos se reservaría sus comentarios sobre sus actitudes para otro tiempo.

A la mañana siguiente, los invitados al desayuno eran demasiados, las parejas jóvenes llenaban la mayoría de los lugares, Terrence se encontraba pendiente de los movimientos de Princesa, ya que ella había salido al jardín a ver quien había llegado en la mañana. De pronto llegó Henriette acompañada de Albert y Elroy Andley, Albert después de ofrecer un asiento a su tía, se disculpó y salió también con rumbo al jardín, a Terrence se le hizo extraño que Princesa no había entrado y salió a ver qué le ocurría.

La encontró minutos más tarde, pero no le gustó la escena que estaba presenciando, Albert tenía alzada a Princesa de la cintura y dándole vueltas en el aire, el fantasma de los celos lo obligó a permanecer escondido en la puerta de acceso, cuando Albert bajó a Candy la abrazó y ella le dió un beso en la mejilla, luego lo jaló de la mano para que caminara en dirección a donde sería el desayuno y Albert la siguió sonriéndole.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora