Capítulo II, Londres

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Terrence se despertó alrededor del mediodía, era tardísimo por lo que en menos de 15 minutos ya estaba metiendo las maletas al auto y se dirigía al aeropuerto, tomó la ruta más rápida y llegó en un récord de 20 minutos al JFK, su tripulación ya lo estaba esperando, él se notaba impaciente, increíblemente impaciente tal como era antes, pero debía conservar la calma aún faltaban seis horas para ver a Tom, así que visitaría a Georgiana para distraerse unas horas, servía que caminaba un rato para despejarse y soportar la larga espera.

Georgiana era una modelo que visitaba a Terrence de vez en cuando, años atrás fueron amantes, pero últimamente él había decidido dar por terminada la relación, ya que desde la muerte de Richard Grandchester, su padre, el modo de vida y hasta él mismo había cambiado. Aún seguía fiel a su pasión: el teatro, pero también debía cumplir con las condiciones especiales del Ducado de su padre, así que además de todas sus ocupaciones su vida de libertino concluyó justo cuando su padre tuvo a bien heredarle el Ducado.

- Se encuentra la señorita Georgiana – preguntó Terrence a la mucama de Georgiana.

- Por supuesto señor Grandchester espere en la sala, en un momento la llamo – contestó la chica.

- Gracias Stacy – agradeció él cuando la mucama desapareció en las escaleras.

La casa de Georgiana se encontraba cerca del lugar donde sería la cena con Tom Stevenson.

- ¡Terrence! ¿Cómo estás? ¿Vienes muchos días? ¿Podrías quedarte conmigo? – sugirió finalmente...

- Hola Georgie, no gracias, me quedaré con mi madre – terminó por decir.

- ¡Ah! pensaba que venías de vacaciones – soltó ella.

- Algo así, de hecho vengo a ver a Madame Clawson, ¿la conoces? – cuestionó el castaño.

- Pero ella vive en Escocia, linda señora, pero no te parece que está muy... anciana para hacerte feliz – tan pronto soltando incoherencias pensó Terrence.

- No la busco para eso, ni siquiera a ti te busco para eso y lo sabes, sólo estoy esperando las noticias para un negocio y dentro de quince días viajaré a Escocia – le contó él.

- No tienes que ser tan grosero Terrence, lo siento pensé que eran amantes. Puedo acompañarte a Escocia si quieres – se ofreció a acompañarle.

- No gracias, bueno sólo viene a visitarte, digo si no puedes hablar de otra cosa más que de ti, me retiro – soltó una sonrisa aburrida y se levantó.

- Bueno hablemos de otra cosa, si te vas a poner en ese plan – dijo ella.

- ¿Cómo has estado? – comenzó él sentándose en el pórtico.

- Bien, aunque no se note he tenido mucho trabajo, tengo un evento este fin de semana en Francia. Y a ti ¿cómo te ha ido? – era tan sencillo, a Terrence últimamente las pláticas triviales lo mantenían feliz.

- Bien, los negocios avanzan y el Ducado como siempre, mi madre se ocupa de casi todo lo que acontece en Londres y yo me encuentro en Nueva York ya sabes, Broadway esta allá – contaba él como si fuera Eleonor con quién hablaba.

- Sí claro y de novias ¿cómo andas? – cuestionó como si no quisiera preguntar.

- Ninguna, tampoco tengo amantes, si es lo que quieres saber...- agregó él.

- Pero ¿ningún prospecto? – refirió la castaña.

- Georgie ya sabes que ni siquiera te daría una pista, en el caso en el que existiera alguna - recalcó.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora