Capítulo III, Escocia

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Terrence llegó a Escocia por la mañana, la Villa Grandchester se encontraba en una zona muy alejada del aeropuerto, donde los parajes verdes corrían aún en abundancia, los paisajes eran bellísimos y más aún en primavera y verano. Durante el trayecto a la Villa, Terrence se quedó viendo que al otro lado del lago se encontraba la Villa de los Andley, una antigua mansión, tan antigua como la suya, la diferencia entre las dos era que la suya era más un edificio que la de los Andley. Recordaba haberla visitado de más joven, cuando era un niño aún, su decoración era austera típica de los hombres de Escocia, a pesar de ello él se había quedado con la idea de que la mansión debería de conservar esas mismas características dado que al parecer William Andley vivía solo. Cuando llegó a la Villa, Cimarrón estaba esperándolo a la entrada, Cimarrón fue un regalo de su padre años antes de que este falleciera, era claro que Theodora no podría ir de aquí para allá cada que a su hijo se fuera para América, así que se decidió a regalarle un caballo en Londres y otro en Escocia, mientras la apacible Theodora se encontraba en América. Apenas se estacionó el auto que lo llevaba, se bajó rápidamente y se quitó el saco soltando una bocanada de aire dándoselo a Arthur el mayordomo que junto con el peón llevó su equipaje arriba. Se apeó al caballo y lo apuró en el trote, sin darse cuenta se convirtió al galope; su mirada se dirigió hacia la Villa que se encontraba enfrente, la Villa Andley, donde encontraría todas sus respuestas.

Mientras en el bosque, Albert y su hija se encontraban disfrutando de esa fría mañana junto a Clin y Puppet, que al parecer a ambos animalitos les divertía jugar con la rubia, él sabía que no era buena idea hacer un picnic en medio de la nada y con ese clima, pero la rubia había insistido tanto que no le quedo de otra que extender un mantel en el césped y la canasta de los alimentos, la rubia corría de aquí para allá y detrás de ella, Clin y Puppet estaban jugando y corriendo al igual que ella. La Villa era extensa, la casa estaba muy lejos de ahí, afortunadamente los trajes tenían lo necesario para el clima, sobre todo para el frio. Pronto nevaría, Albert estaba feliz y sonreía cada vez que Puppet y Clin le hacían una mala jugada a la rubia para hacerla caer.

Muy lejos de ahí, Terrence había llegado a la Villa, se bajó del caballo y John, uno de los peones de los Andley en Escocia, llegó hasta él.

- Buenos días, ¿le puedo servir en algo? – lo saludó John.

- Buenos días, me podría decir si se encuentra alguien de la familia en casa – cuestionó Terrence.

- No, el joven William no se encuentra en casa, pues salió a cazar joven... - se interrumpió.

- Terrence Grandchester – susurró su nombre. Sabe podría esperar al señor Andley – le cuestionó a John.

- Por supuesto, pero no sé a qué hora vendrá, pero si quiere pasar y esperarlo – le indicó a él amablemente, pero más para que no aceptara.

- Gracias, lo espero – Terrence avanzó ante un compungido John.

- Dorothy, el joven Grandchester esperará al joven William, llévalo a la sala de té – le indicó y le echó los ojos previsores de que iría por el joven William.

- Por supuesto, me sigue – Dorothy le pidió a Terrence ocultando su nerviosismo.

- Claro, adelante – el castaño le dio el paso.

- ¿Le ofrezco algo? – preguntó Dorothy mirándolo a los ojos.

- Un whiskey, por favor – le pidió mientras él se dirigía al sillón, ya que por lo visto esperaría demasiado.

- En un momento se lo traigo – cuando se hubo sentado, se inclinó y salió de la sala de te.

- Gracias...Dorothy – le respondió mientras ella cerraba la puerta y admiraba la sala en cada espacio.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora