Capítulo IV, Un bosque compartido

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Cuando Albert volvió al lado de su hija, la propuesta de Terrence era sugerente, a él le parecía poco creíble la situación de la cena con alguna mujer, si desde la muerte de Josephine no había querido tener una relación con ninguna otra mujer que no fuera su hija, a la que adoraba por todas las cosas y sobre todas ellas, tanto que había preferido dejar a su familia fuera de esta verdad tan absoluta como el haber sido padre a la temprana edad de catorce años.

Por varios años, todo había marchado bien, pero en cuanto a las fiestas sociales obligadas como Patriarca las situaciones tendían a volverse peligrosas, ya que los periódicos y reporteros andaban detrás de él, cuando su hija tenía catorce años, madame Clawson no pudo resistirse ante la candidez de la rubia por lo que le pidió a William que le dejara fotografiarla, William después de mucho pensarlo aceptó, pero haciéndole prometer que no revelaría el nombre de la modelo ni su origen, así que se sentaron juntos a inventar una historia que fuera misteriosa e increíble para la mayoría de las personas.

Tiempo después en una reunión de sociedad en la Villa Clawson, muy cerca de la Mansión Andley, surgió un rumor, que Madame Clawson poseía una gran obra de arte, que hechizaba con sólo verla, por supuesto, esto no era ni un poco creíble, aunque casualmente había hombres que se desvivían por admirar dicha pintura, haciendo más creíble la historia inventada. Varias personas catalogaron el retrato como magnífico, pero ello sólo hizo que una aseguradora de arte le ofreciera a madame Clawson la exorbitante cantidad de tres millones de libras para salvaguardar el efecto mágico propio de la obra, situación que la misma dueña, es decir la señora Clawson mantenía en estricto rigor los datos prohibidos por el señor Andley, al cual había casi jurado mantener la identidad de la rubia.

Una tarde corría por la vida de Candy, Albert le había dicho que su trabajo le llamaba, ya que un candidato a obtener un puesto en Nueva York tenía que ser elegido, la realidad era que Archie tenía problemas para cerrar un trato multimillonario, su presencia era requerida con una anticipación poco común. Él no pudo evadir el compromiso y tuvo que ausentarse un par de días. Desde hacía unos años, la rubia se había acostumbrado a las constantes desapariciones de Albert, sabía que al ser Patriarca de la familia, convenía muchos compromisos y que también podría desaparecer de un momento a otro, Albert no encontraba a su hija por ningún lado, seguramente había ido al bosque como cada mañana, así que sólo preparó sus cosas y dejó en la biblioteca una bota negra, lo cual significaba que él había salido de viaje y que regresaría cuando todo hubiese quedado solucionado.

El bosque era una de las actividades acostumbradas que Candy hacía, un ocurrente fundamento para ir todos los días era: "Clint y Puppet necesitan un aire distinto al del jardín de la mansión", aunque realmente no es eso lo que pensaba Albert, más bien en algunas ocasiones se aburría de ser una dama y disfrutaba de correr como loca desenfrenada, de divertirse, de nadar en el lago un poco – cuando el clima se lo permitía- y hasta trepar a los árboles era divertido. La rubia en ocasiones escuchaba de su padre: "Princesa, una dama no trepa árboles", pero casualmente siempre se hacía de la vista gorda y la dejaba que se divirtiese todo lo que ella quisiera. Ya que sabía que cuando llegara la hora de presentarla a la familia probablemente no pudiera hacerlo más.

Candy había llegado de su caminata matutina cuando entraba a la biblioteca para saludar a su padre al cual no había visto desde la merienda ya que últimamente andaba muy estresado y por lo visto tendría que viajar a Nueva York nuevamente en esa semana. Por lo visto había acertado, cerca de la chimenea había encontrado una bota negra, las de montar para ser más específicos, sabía que volvería en un par de días a lo mucho en tres, así que decidió ducharse y preparar un picnic en el jardín junto con Dorothy y John, sus inseparables amigos.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora