Capítulo XIX, Propuesta

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Parte I

Paseo en Globo

Terrence se encontraba en su habitación viendo hacia la Villa Andley con unos binoculares, realmente sólo se estaba haciendo el tonto, lo único que se veía eran algunas luces a lo lejos, él se encontraba ensimismado en sus pensamientos, tanto que Eleonor se sorprendió de que no la hubiese escuchado tocar la puerta, por lo que decidió alejarse y bajar a la biblioteca, había pedido una tetera, azúcar y leche para calmar un poco el frio, se sentó y la cocinera le colocó en las manos una taza de té, después comenzó a servirse un poco más para calmar esa angustia de no verlo y de no tenerlo cerca. De pronto respingó ante el cuestionamiento de Terrence.

- ¿Qué piensas madre? – preguntó su hijo dirigiéndose hacia ella.

- En nada y en ti – confesó Eleonor.

- En mí, estoy bien mamá – respondió el castaño.

- Te he visto muy pensativo, así que mejor decidí dejar que tú vinieras a mí – le contestó a su interrogativa.

- No me pasa nada – soltó acompañado de un bufido.

- Seguro, acaso Candy está mal después de todo – la rubia decidió tocar el punto directamente.

- No, no es ella, pero... - se detuvo a mitad de la frase.

- Tiene que ver con ella o me equivoco – cuestionó.

- Sí, no...bueno, aún no lo sé – dijo completamente derrotado, su cabeza hacia un par de días que se encontraba revuelta.

- ¿Aún no te corresponde? – decidió preguntar.

- Si madre, el día del accidentito de Candy, lo hizo. Pero cuando fuiste a la Villa de los Andley resulta que algo me hizo darme cuenta de otra cosa – decidió ventilar la conversación que tuvieron Candice y él.

- ¡Ah sí! Y eso ¿Por qué? – cuestionó intrigada por saber más.

- Es que si Albert y tú se casan, seriamos hermanastros – soltó enojándose.

- Ay mi vida, pero eso es lo que te tiene preocupado – comentó divertida.

- Si, además me dijo que la única forma de evitarlo sería casándonos antes que ustedes y todo sería diferente - puntualizó.

- Ah ya veo, hombres... - alzó las manos en señal de aparente enojo.

- ¿Qué pasa? ¿Dije algo malo? – se extrañó ya que recordaba no haber utilizado ninguna palabra altisonante.

- Bueno no exactamente, más bien no pusiste atención hijo mío – lo reprendió.

- ¿De qué hablas madre? – la cuestionó algo molesto.

- Candy te propuso matrimonio – le soltó sonriéndole y luego le dio la espalda para caminar hacia la ventana.

- ¡Noooo! O ¿sí? – comentó extrañado.

- ...

- No puedo creerlo, pero ¿cuándo hizo eso? – se preguntó ya que no tenía la más mínima idea.

- ¿Qué te dijo después de ese comentario? – interrogó ya que necesitaba saber todo el contexto, para poder darle una opinión más certera.

- Que no puede predecir el futuro, quizás me casaría con alguien diferente y ella posiblemente con Mickel – apenas y pudo concluir la oración.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora