Capítulo XXIII, Castigo y felicidad

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Parte IV

Enamorado

Después de la foto, Candy y Terry decidieron desaparecer, pero su plan se vino abajo cuando Albert decidió apartarlos, sabia de alguna manera que se iban a fugar.

- ¡Terry, vámonos! – le dijo jalándolo.

- ¿Cómo? No podemos irnos Candy y la fiesta – le contestó él.

- Pues no vamos a ir, mejor vamos a la cabaña – propuso ella.

- Ah bueno, ante esa propuesta que te puedo decir, vámonos princesa – terminó aceptando muy gustoso.

- ¡Candy! – la llamó Albert.

- No puede ser, tiene antenas para saber cuándo me quiero escapar, mande papá – cuando la tomó de la mano ya se había resignado a no escabullirse.

- Pues al parecer sí, míralo viene con toda la comitiva – comenzó a reírse.

- Pues ni modos Terry yo que te iba a seducir y no me dejan – ahora fue ella la que le informó de lo que le quería hacer, sin más ya no le pareció tan divertido.

- Pero Candy... - protestó Terry.

- Ah que pena, debo ir con mi papá – le dijo ella mientras su papá seguía arrastrándola, ahora era a ella quien estaba riéndose.

Terry se quedó ahí parado, Candy se había vengado de él y no había protestado, como protestar ante tal sugerencia, pero por no actuar más rápido se quedó vestido y alborotado, sobretodo lo segundo.

Albert lo miró a lo lejos, estaba medio triste, pero sabía que si no detenía a su hija se saltaría la fiesta siendo ellos los festejados, así que tomó a Candy de la mano y llamó a Terry.

- ¡Terry, ven aquí! – lo llamó con una seña para que se acercara.

- ¿Qué pasó Albert? Suegro – corrigió para recibir una mirada de desaprobación.

- Nada Terry, es hora de entrar a la fiesta, de acuerdo, ustedes irán adelante y nosotros detrás – indicó Albert.

- Bueno – respondió su hija.

Candy y Albert entraron en medio de aplausos, los del salón de baile y los que se escuchaban del enlace multimedia.

- ¡Felicitaciones! – corearon las chicas de los clubes de arquería y esgrima.

- Candy traes porra – sonrió Terry.

- Pues ya sabes cómo son las chicas – dijo ella al ver las muecas que hacían de que se lo agarrara a besos.

- Beso, beso, beso – corearon las chicas muy alegres.

- Ni modos Candy hay que cumplir – expresó Terry.

- Pues si verdad – tomó a Terry por las solapas del traje y lo besó, soltando poco a poco el agarre y abrazándolo suavemente.

Las chicas soltaron gritos de sorpresa y vitorearon aquel apasionado beso, aunque Terry tuvo que separarla porque si no la escena si hubiera estado fuerte. Después de que se calmaron un poco comenzaron a sentarse y ellos aun en la pista de baile, se encontraban mirándose a los ojos, ensoñados consigo mismos, era como un sueño. De pronto oyeron la música de fondo, era aquella que tocaban en la fiesta de Henriette, cuando se la presentaron oficialmente. Candy no podía creerlo, ahí estaba el cantante de esa canción, no podía creerlo.

Amo toda tu figuramodelo de lo increíblebelleza y virtud en unatú soltura perdonano dejas morir a nadiey vas sembrándonos ilusionestú no sabes lo que causascreo que aún no te has dado cuentahaces que la gente agradezcatú existencia Te amomás que a un nuevo mundo, más que a un día perfectomás que a un suave vino, más que a un largo sueñomás que a la balada de un niño cantandomás que a mi música, más que a mis añosmás que a mis tristezas, más que a mis quehaceresmás que a mis impulsos, más que a mis placeresmás que a nuestro juego preferidomás aún que esto te amo Amo toda tu personaparábola de la vidapoderosa cenicientatu destreza para amarnosno olvidas dolor de nadiey te desvives por alegrarnosno has notado lo que eresy me aferro a que lo noteshaces que las rosas se peleen por ser tu broche Te amomás que a un nuevo mundo, más que a un día perfectomás que a un suave vino, más que a un largo sueñomás que a la balada de un niño cantandomás que a mi música, más que a mis añosmás que a mis tristezas, más que a mis quehaceresmás que a mis impulsos más que a mis placeresmás que a nuestro juego preferidomás aún que esto te amo más que a un largo viaje, más que a un bello campomás que un viejo amigo, más que a cualquier santomás que a tu pureza adornada de roblesmás que a tu tenacidad que no se rompemás que a tu alegría más que a tus coloresmás que a tu sensualidad que crees que escondesmás que a nuestro beso primeromás aún que esto te amo más que a nuestro beso primeromás aun que esto te amomás que a nuestro beso primeromás aún que esto te amo más que a nuestra mágicanoche de bodasmás aún que esto te amo(te amo, te amo)Te amo.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora