Capítulo XVII, Accidentes

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Terrence bajo al comedor, pasando por la sala de té, de donde salió un llamada a su persona.

- Terrence, ¿Candy ya se durmió? – le preguntó Albert.

- Si, ya se durmió, al fin. Luego los veo, voy a la cocina a cenar algo porque muero de hambre – comenzaba a caminar cuando lo detuvieron abruptamente.

- ¿De verdad? Aún no hemos cenado, te acompañamos – le dijo Albert muy feliz de amedrentar al yerno con pequeñeces.

- Por supuesto y quizás puedas decirme algo más, Candy ¿ha sufrido otros golpes? – soltó cuando Albert probaba un bocado del exquisito soufleé que había preparado Mary.

- Golpes, a ¿qué te refieres? – preguntó cuando terminó el bocado.

- Archie me dijo que Candy ha tenido algunos accidentes – respondió sencillamente.

- Archie no debiste abrir la boca – pensó el rubio. Bueno Terrence, platicaremos esto más adelante – declaró Albert dirigiendo su mirada al plato.

- ¡Ahora! – ordenó Terrence.

- Más adelante, al menos después de que cenemos – aclaró el rubio.

- Lo siento tío, pero sólo fue un comentario, nada más – susurró Archie.

- ¡Qué indiscreto eres! – gritó Albert viendo como bajaba la mirada Archie.

Habían pasado una hora más o menos, durante la cena Terrence solo podía concentrarse en una sola cosa, en la confesión de Candy; Archie en todo lo que tendrían que contarle y Albert en como ocultarle a su yerno lo inquieta que fue Candy en toda su niñez y aún ahora, tenía que tenerle cuidado a pesar de que su hija era de lo más inquieto.

- ¿Quieren café? – preguntó Dorothy cuando el silencio se hizo incómodo, afortunadamente.

- Te acepto un whiskey – declaró Terrence.

- Yo un café, Dorothy – pidió Archie al ver que la mucama se retiraba.

- Bueno Dorothy ya los oíste, un café para mí también – solicitó el rubio.

- Enseguida señor William, permiso – la castaña se dirigió hacia la puerta en completo silencio.

- No tienes remedio Dorothy, pasa. Vamos a la biblioteca – sugirió Albert.

- Por supuesto, ¿Archie? – lo llamó.

- Sí, voy detrás de ustedes – declaró el castaño.

Los tres caballeros entraron a la biblioteca en silencio, Candy había decorado la biblioteca, por lo que en el centro había tres sillones, cada uno de ellos se sentó en uno de los sillones y unos momentos después se apareció Dorothy con una copa de whiskey y una licorera llena, además de los cafés que Archie y Albert le habían pedido. Después de que Dorothy salió, Albert carraspeó para comenzar.

- Terrence, como sabrás el doctor afirmó que deberíamos vigilar los demás golpes de Candy, pero realmente lo que tiene es que cuando te dije que heredó demasiadas cosas de Joe no sólo eran la singular alegría y la nata felicidad. También están la curiosidad y su infinita sencillez para meterse en problemas – informó Albert.

- En problemas, de ¿qué tipo? – cuestionó Terrence.

- Si bueno, en problemas del tipo denominado travesuras, aunque con la edad de ella ya no se llamarían travesuras, créeme que han pasado muchos años desde que ella me ha entrenado para tener ciertas habilidades – respondió Albert muy extrañado por la sensación de inseguridad de Terrence.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora