Capítulo XXIX, Albricias

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Candy, Terry, Eleonor, Albert y George llegaron con una hora de antelación al Palacio de Buckingham, todos iban en silencia hasta que el señor Harrison llegó hasta ellos.

- Buen día conde Grandchester, Condesa – los saludo con afecto.

- Candy y Terry, Samuel, buen día – corrigió Candy a Samuel.

- Saben que no puedo llamarlos así delante de la reina – les advirtió a lo que Candy se limitó a alzar una ceja.

- Pero no estamos delante de ella, así que Samuel llámanos como te lo pedimos – sugirió el castaño a su amigo.

- Por supuesto, Duquesa, Señor Andley ¿cómo les fue en el viaje? – cuestionó a Eleonor.

- Bien gracias, un poco turbulento – comentó Eleonor sonriéndole a Samuel.

- Bueno, pero pasen, Demetri, condúcelos a la Sala Rosa, la reina los acompañará a las 11:00 horas en punto – informó Samuel.

- Gracias Samuel – Terry le agradeció con gratitud.

- ¿Desean algo de tomar? – ofreció Dimitri cuando llegaron a la sala rosa.

- Estaría bien un té...Dimitri – sugirió Eleonor.

- Enseguida y para los señores – asintió el pelirrojo.

- Whiskey estará bien – pidió Albert.

- Sí, por supuesto – hizo una reverencia y salió, cerrando la puerta.

- Candy – la llamó observando hacia afuera por el gran ventanal.

- Dime – respondió al voltear hacia donde oyó el llamado.

- ¿Qué te pasa? – le preguntó mientras se acercaba hacia ella y la abrazaba.

- Nada, sólo pensaba – sonrió momentáneamente.

- ¡Ah sí! ¿En qué? – cuestionó besándole la coronilla.

- Que debo contestar ante la reina – respondió ella en un susurro soltando un suspiro.

- ¡Ay mi amor! – le dijo soltando una gran risa. Sólo cuenta tu historia – le informó.

- Terry – le llamó.

- Sí – respondió esté al escuchar la preocupación de su amada.

- Con respecto a lo de ayer, quería decirte – comenzó cuando su esposo la tranquilizó.

- Mi amor, sólo estás muy sensible – le dijo haciéndole saber lo que él pensaba.

- Pero yo... - intentó comentar algo.

- ¿Qué tienes Candy? Te he notado muy pensativa desde hoy en la mañana – le dijo en tono preocupado.

- Es que...no es nada, sólo que me siento extraña. Podrías llamar a Eleonor sin que mi papá se dé cuenta, por favor – le pidió ella recargando la cabeza en su pecho.

- Sí mi amor, pero dime, ¿te encuentras bien? – cuestionó el castaño extrañado por su petición.

- Sí sólo estoy un poco nerviosa, es solo eso – trató de ocultar la pesadez de su cuerpo en ese momento.

- Bueno, espera – le pidió deteniéndola con su dedo índice.

Candy tenía sospechas, pero no quería decir nada hasta que resultaran ciertas. La presencia de Niel era algo que la perturbaba, la tenía un tanto nerviosa, pensaba que eso era lo que tenía.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora