Capítulo XXVIII, Tormenta

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Esa mañana Albert se había levantado temprano, se aseó y bajó a desayunar, fue ahí que se encontró con Candy y la plática lo había puesto un poco incómodo, pero con ella casi nunca eran tan perturbadoras las conversaciones. Saliendo de ahí, se dirigió a la Villa Grandchester, había quedado con Eleonor de pasar por ella para ir al pueblo de compras, tomó el caballo que John le había ensillado hacía ya una hora y se dirigió a todo galope hacia la villa, disfrutando del aire invernal.

Sin darse cuenta de que unos bellos ojos azules como los suyos, lo esperaban en un auto a la entrada de la villa.

- Señor Andley, llega tarde – reclamó Elroy, fingiendo enojo.

- Buen día duquesa, ¿cómo está? – la saludó cortés desmontando ágilmente.

- Muy bien, aquí esperándolo – sonrió mientras abría más la ventanilla.

- Eleonor, que te dije de mi nombre – reclamó él.

- Pues tú comenzaste Albert, ayer te dije, pero después no me decías nada y te despediste de duquesa Grandchester así que... - comentó ella fingiendo indiferencia.

- Bueno, un error cualquiera lo comete, no te parece. Así que ya sabes... Albert – le sugirió él.

- Sí Eleonor, ¿nos vamos? – preguntó ansioso.

- Por supuesto, deja y encamino a mi caballo, sabe como regresar al establo. ¡Eeeaaa! – le golpeó en la pata trasera.

- Con que muy educadito – se burló ella.

- Sí, afortunadamente Candy no sólo se dedica a la casa, a la arquería y al esgrima, todos los caballos han sido educados por ella. Hablando de Candy, pues digamos que ella fue la que me atrasó – terminó confesándole.

- ¡Ah sí! Jeffries llévanos al pueblo por favor – le pidió a su cochero.

- Sí duquesa Grandchester – accedió y comenzó a manejar.

- Tú también Jeffries – protestó Eleonor.

- Lo siento duquesa...señora...Eleonor – terminó dudoso por llamarla así.

- Eleonor, no pongas en aprietos a Jeffries – la reprendió.

- Bueno, me decías de Candy, no se supone que está arreglando algo de la fiesta en la villa Andley – cuestionó ella dudosa.

- Pues algo así, sólo que me entretuve bastante con ella – argumentó él.

- Sabías que Terry está tomando terapia para controlar los celos – comentó ella divertida.

- Ah sí, ¿con qué doctor? – preguntó él sin darle mayor importancia.

- Conmigo... - sonrió viendo hacia el otro lado del coche.

- Jajajaja ay am...digo, Eleonor eso es bastante cómico, aún no sé ¿por qué es tan celoso?– escudriñó el rostro de su novia.

- Sencillo porque está enamorado, por eso. No como otros... dejó la oración en el aire.

- Ah no Eleonor, ya comenzamos con las indirectas – reprochó él molesto.

- Pues yo no dije nada, sólo que pareces niño pequeño con esto del amor – reclamó ella divertida.

- Más bien es la falta de práctica, que no es igual – aclaró el rubio defendiéndose.

- Ah sí, esperemos que después tengas ese pretexto – sonrió y le dio un beso en la mejilla.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora