Capítulo VI, Infancia

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Los primeros cuatro años de Candy fueron toda una odisea, comenzando por lo inexperto de Albert y las travesuras de su hija conforme pasaban los años, Albert hubiera querido tener más edad de la que tenía ya que recién comenzaba con los desvelos durante la secundaria aún, ya que al parecer ella solía ser más revoltosa que Josephine. Aprendía tan rápido y él era tan lento, al menos para ella, ya que no la podía tener tranquila ni por unos minutos, quién fuera a decir que ella, su primera hija iba a ser tan hiperactiva, aunque tuviera de dónde heredar.

Cuando Candy cumplió cinco años comenzó a trepar árboles, se desaparecía todas las tardes y por las mañanas acostumbraba a correr por el bosque, casualmente llegaba al sauce donde estaba enterrada su madre y lo abrazaba. Cada día era lo mismo, George sonreía ante la actitud sobreprotectora de Albert y éste le recordaba que no hiciese eso, ya que debería de corregir los errores de la señora Elroy, no repetirlos.

A los seis años Candy conoció a Jimmy Stevenson, su padre era americano y su hermano estudiaba en Londres, por lo que él visitaba regularmente a su hermano y el visitaba Escocia ya que su padre tenía una Villa ahí, para descansar de los largos años de negocios productivos. Jimmy era el mejor amigo de Candy, por no decir que era el único varón que la conocía desde la infancia y en otras épocas sería el único que conociera la identidad de la modelo del retrato.

Cuando Candy cumplió seis años, ya tenía muchas actividades, por las mañanas cumplía con los requisitos impuestos por su padre, levantarse, asearse y bajar a desayunar vestida recatadamente, por supuesto que Candy lo hacía en parte, levantarse y bajar vestida, como fuera pero lo cumplía. Cuando llegaba al comedor, su padre ya iba comenzando con la fruta, él estaba observando de reojo la puerta cuando Candy entraba corriendo, seguramente descalza y directo hacia él para darle su beso de buenos días y efectivamente, así era.

Después tomaba su desayuno, iba a la cocina, llenaba su morral de fruta y se encaminaba al bosque donde seguramente iría a la sombra del sauce a leer un cuento, mientras Jimmy llegaba con ella para regresar a la Villa Andley y que almorzaran juntos.

- ¡Papá, papaaaá! Papá mira ¡quien viene conmigo! – la rubia corría y le señalaba a Jimmy.

- Como todos los días Jimmy, ¡verdad George! – le dijo a George.

- Parece ser que ya se quedó en la familia, cuando sea grande será tu yerno – le bromeó el castaño.

- George no hagas esas bromas, además afortunadamente mi Princesa está muy joven para fijarse en chicos y yo muy joven para tener yernos – le dijo molestó.

- Jajajaja Albert, pero qué cara que has puesto, sabes que es en broma, si tan sólo conocieras una chica, tienes a varias detrás de ti – declaró lo obvio.

- Sabes lo que pienso de ese tema – aclaró.

- No pensarás cumplir una promesa hecha por el rencor hacia ti mismo – le cuestionó.

- Bueno, no lo pensaré hasta que mi hija no cumpla 21, así que aún tengo mucho tiempo, han pasado seis años y pareciera que es mi hermana, no mi hija – declaró sin gritar, pero bastante sorprendido.

- Se parece tanto a la señora Rosemary – recordó.

- Si, por eso mi Princesa es como es, prometí no atarla a mandamientos y obligaciones y pienso cumplirlo – le dijo a George mirando hacia el bosque.

- Eso está bien, pero a determinada edad sabes que tienes que tomar tu lugar en la familia, lo sabes – le recordó.

- Lo sé, por el momento es suficiente con saberlo, ven vamos a ver lo que pasa con ese diablillo y Jimmy – le dijo tomándolo del brazo.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora