Capítulo XXXVII, Niño o niña

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Parte II

Error

Terry no podía creerlo, como podía ser cierto lo que había escuchado. Hacía unos momentos que le costaba escuchar lo que entre bostezos decía Candy, no tardo mucho tiempo en que ella se durmiera.

- Candy, se durmió – separándola y observándola un momento. Bueno George, tengo que hablarte, puedes venir al hospital – le pidió el castaño.

- Por supuesto Terry – asintió y colgó.

- Gracias – Terry salió de la habitación de Candy y se dirigió al pasillo.

Aún no comprendía cómo era que se hubieran atrevido, quién se creía ese tipo; esto debía ser un error, sí, seguramente eso había sido, pero un error que lo pagaría caro, muy caro. George no tardó más que veinte minutos en llegar al hospital, cuando estuvo frente a Terry no podía creer que no notara su presencia.

- Ejem – carraspea George.

- ¡Ah, George! Estaba pensando... - se detuvo un momento.

- En ¿qué cosa? – George intentó preguntarle.

- Tenemos el nombre de quién atacó a Candy y Eleonor – Terry soltó pensativo retirando la mirada.

- Puede decírmelo, ¿es Niel? – preguntó con preocupación.

- No – soltó él tomándolo con calma.

- ¿Max? – repreguntó George.

- No, tampoco Elisa. ¿Reconoces el nombre de Fred Luchesse? – preguntó él observando como el semblante de George cambiaba.

- No puede ser... ¿qué hace en Londres? – intentó formular la pregunta.

- No tengo idea...pero él no hace nada sin Arthur detrás de él – le informó el joven conde.

- Crees que sea algo por parte de los Andley – sugirió George como si nada.

- Seguramente, sabes que Candy debió de tomar su lugar como patriarca de su familia hace poco menos de un año, lo que nadie se esperaba es que fuera condesa y ese lugar aún no se ha reestablecido – comentó Terry obviando un posible motivo.

- No creo que sea eso – pensó George.

- No hay otra explicación, además está el por qué atacaron a las señoras, mencionaron a Albert, ¿cómo es que las conocen? – cuestionó él sin obtener respuesta. El consorcio Andley no tiene nada que ver con la mafia italiana que está asentada en Estados Unidos – exclamó preocupado.

- Y ¿quién si lo tiene? – cuestionó George.

- No creo que sea buena idea, pero podría ser...Niel – sugirió él.

- Fui tan estúpido! – exclamó el castaño mayor.

- ¿Tengo que contestar eso? Bueno, si Samuel, lo tengo enfrente – Terry miró a George.

- Podrías poner el altavoz – le pidió Samuel mientras Terry accionaba el altavoz.

- Por supuesto – accedió Terry.

- Tengo el nombre del culpable – les dijo a ambos.

- Déjame adivinar, Niel Leagan – sugirió Terry adelantándose.

- No exactamente – se atrevió a contradecirlo.

- ¿Cómo dices? – preguntó sorprendido.

- El hijo de Fred es amigo de los Cornwell – comenzó a contar.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora