Capítulo XXIII, Castigo y felicidad

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Parte II

Tiara Strathmore Rose

Después de que Candy tuvo que acceder a portar una férula de tórax por el lapso de un mes, Terry solicitó a Albert y Mickel que lo dejaran hablar con Candy.

- Albert podrían dejarnos solos por favor necesito hablar con Candy – le pidió un favor Terry a su suegro y Mickel.

- Eleonor podrías encargarte del servicio, por favor – Candy le pidió de favor a su suegra la cual iba entrando a la biblioteca.

- Si Candy, los esperamos – respondió tomando el brazo de Albert.

- Terry...lo siento, pero aún no nos conocíamos – se justificó Candy ante la actitud tomada.

- Lo sé Candy, pero ese infeliz se atrevió acercarte a ti en el campeonato de arquería – le recordó.

- Bueno, él creyó que todo iba a estar bien, después de su hazaña – respondió pensando aquello.

- Pero tú, mi amor, qué tonto soy, debiste estar aterrada – la abrazó fuertemente.

- Sí un poco, pero aún soy virgen – aclaró preocupada y desanimada.

- Candy, entiende, eso no me importa, no me importa tu virginidad, sólo que ayer... - trató de formular la idea.

- ¿Qué cosa? ¿Pasó algo? – preguntó más asustada aún.

- No Candy, ayer por eso estabas muerta de miedo y me querías dar una noche inolvidable y yo... - se maldecía en su mente por su actitud.

- Terry, no, no, no, no te sientas así – le pidió corriendo hacia él y tomándole el rostro, viéndolo a los ojos, aquellos ojos que expresaban culpabilidad.

- Te rechacé, lo siento mi amor, pero lo hice porque quería que fueras todo para ti y para mí en ese día, no porque no supiera que me amabas, ¿lo entiendes? – le explicó su actitud una noche anterior.

- No te preocupes Terry, lloré por las noches desde ese día, pero Annie y Patty me ayudaron mucho, ¡de verdad! – informó ella abrazando a su novio.

- Lo saben. Lo suponía, ¿me perdonas? – le pidió disculpas.

- No tengo nada que perdonarte, lo que hice fue porque así te demuestro que te amo con todo mi corazón, mi papá dice que las personas amamos de manera distinta, la mía es así, yo... yo soy una persona de hechos no de palabras, pero eso no significa que no te amo porque no te lo digo – explicó ella.

- Ay mi amor, me has dado el mejor regalo y lamento haber sido un idiota – le pidió disculpas.

- Yo... lamento no haberte dicho nada antes, pero ya olvidé ese suceso, alguien más ya lo ha castigado así que no hay venganza de mi parte – le aclaró.

- Mi amor...no, no puedo perdonarlo y no te puedo prometer nada, Candy entiéndeme – exclamó él.

- Bueno, pero de preferencia no me digas que le hiciste, está bien - le pide atentamente.

- Por supuesto – acabó aceptando ante tal petición.

Habían pasado algunos minutos en los que Candy meditaba sobre lo que había pasado esa mañana hasta que Terry interrumpe sus pensamientos.

- Mi amor... - la llamó Terry.

- Dime – respondió ella sin pensar nada.

- Te amo tanto, que me pesa esperar cinco meses – soltó él tomando la mano de su novia.

La Dama del RetratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora