CAPÍTULO 12

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ROXANNE

Casi tres años desde que conocí a Katerina, la persona que me demostró que si soy capaz de sentir muchas emociones aparte de la tristeza, ella me ha enseñado a ser feliz a su lado, pero ahora tengo miedo, la manera en que me mira y las veces que ha intentado decirme algo, pero termina callando me hace creer que dirá eso que tanto he evitado, no quiero que lo diga, todos esos pensamientos de que algo irá mal vienen a mi mente y eso me asusta.

Observo a Katerina desde mi puesto, lleva todo el día armando un artefacto, se ve tan concentrada, me gusta cuando se pone lentes para hacer su trabajo, se ve muy sexi, me encanta esa mujer.

—No me concentro si me ves así Volkova —dice colocando una pieza pequeña.

—No estoy viéndote a ti, bueno, veo tus manos —la pieza se le cae y voltea a verme sobre los lentes.

—Ves lo qué haces —gruñe —¿no tienes algo mejor que hacer?

—Desnudarte sobre esa mesa, pero esperare a que termines —ella sonríe y vuelve a su trabajo.

—Espérame en casa, no sé cuánto vaya a tardar.

Ignoro su sugerencia y me quedo trabajando en mi proyecto mientras ella termina lo suyo, pasan al menos dos horas y veo que aún continúa con lo suyo ¿como esa mujer tan letal puede ser tan diferente en mis brazos? La veo hacerse una coleta alta mientras vuelve a lo suyo.

—¿Sabes qué? —le pregunto y sonríe.

—No, ya sé que viene después de eso —me levanto para acercarme a ver lo que hace.

—¿Te falta mucho? —coloco mis manos en su cintura y ejerzo un poco de presión para pegar su trasero a mi pelvis.

—Te dije que fueras a descansar —dice moviendo sus hombros por el cansancio.

—¿Puedes terminar luego? —pregunto besando su cuello.

—Estoy por terminar —pasó mis manos por sus caderas y muevo una de mis manos al cierre de sus pantalones. —Listo —gime haciendo las cosas a un lado.

—Mmm, estás tan mojada —susurro al meter mis mano dentro de sus bragas.

—Ven aquí —saca mis mano y sujeta mi cintura para sentarme sobre la mesa. —eres muy traviesa Roxanne —trago grueso al escuchar mi nombre en su boca.

—Puedo tocarte siempre que quiera —intento llevar mis manos a sus pechos y las detiene.

—No cuando estoy trabajando —dice y toma unos de los cables qué hay sobre la mesa.

—No piensas amarrarme ¿O si? —ella sonríe y enrolla el cable en mis muñecas.

—No vas a tocarme hasta que te lo permita.

Me recuesta sobre la mesa y una punzada va a dar directo a mi clítoris, Katerina siempre me sorprende con sus juegos, a veces puede ser tan dominante que excita el solo verla en su papel.

Rodea la mesa al lado de donde está mi cabeza y sujeta mis manos sobre mi cabeza, hace otro amarre que me hace imposible mover mis manos, mi cuerpo está ansioso por ella, por sentirla, baja su rostro hacia el mío y cuando creo que va a besarme solo lamé mi labio y se aleja, esta torturándome, toma los bordes de mi camiseta la sube hasta dejarla colgando en mis brazos.

—Haré algo mejor —dice y baja la camiseta para cubrir mis ojos.

—Déjame verte —sigo moviendo mis piernas y siento cuando las sujeta con fuerza.

—No te muevas —me ordena y obedezco.

Se deshace de mi pantalón y sus manos se pasean por todo mi cuerpo, siempre le gusta hacer eso como si no lo conociera por completo, siento sus labios en mi entrepierna y suelto un jadeo. Sus dedos rozan el borde de mis bragas y él no verla me hace poder sentirla aún más.

HémeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora