CAPÍTULO 35

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ROXANNE

Esto no me puede estar pasando otra vez, yo no puedo resistirlo una vez más, no mi Kate, mi mundo entero, el amor de mi vida, mi esposa, está muriendo y mi cabeza no logra reaccionar de manera adecuada, no puedo escuchar lo que me dicen.

Superar la muerte de Harper fue un proceso muy doloroso, me pase semanas enteras encerrada, días en los que no paraba de llorar y Alexei tenía que buscar la manera de recuperarme un poco, de hacerme comer, pero esto, con esto no puedo.

Como voy a vivir sin mi Katerina, yo no puedo resistir esto, si me dejas Kate, te juro que si me dejas voy a destruir el mundo mi amor, qué sentido tiene si tú no estás en el, por favor cielo, tienes que estar bien, no me puedes dejar en este momento, aún tenemos muchos planes y metas que cumplir. Nos salimos de todo este mundo para evitar esto, pero el mundo siempre tarta de joderme de alguna manera.

Veo cómo llevan a Kate por esas puertas y a mi mente viene el recuerdo de Olivia, con las manos temblorosas busco mi celular para llamar a mi hermana, es muy tarde, pero tiene que responder.

—¿Roxanne? —escuchó su voz y comienzo a llorar otra vez

—Alice, es Kate, no sé qué hacer, la apuñalaron, no sé qué está pasando, no logro entender todo.

—No te estoy entendiendo habla despacio.

—Kate está en el hospital.

—¿Donde estás?

—En Las Vegas.

—Trataré de estar contigo lo antes posible mantén la calma, respira que eso puede afectarte.

—No puedo Alice, mi Kate...

—Todo va a estar bien, ya no llores Rox, no es bueno para ti, saldré en una hora.

Termina la llamada y no puedo parar de llorar, mi cuerpo tiembla, no puedo controlar los espasmos. Quiero tener a mi esposa entre mis brazos, quiero ir a casa con ella. Intento dar unos pasos, pero mi cuerpo no lo resiste, siento que el mundo se me viene encima y pierdo la conciencia por completo.

El sol golpea directo en mis rostro, me cubro con las sábanas, pero alguien las quita, pongo mi brazo sobre mis ojos y unas suaves y delicadas manos lo apartan, sonrío al sentir la humedad de sus labios en mi cuello, se sienten muy bien.

—Ya despierta, últimamente soy yo quien tiene que despertarte —dice mordiendo mi mentón.

—No puedo abrir mis ojos —le digo e imita lo que siempre hago con ella; besa mis párpados con suavidad.

—Déjame ver esos ojos y no ir me hechizaron —susurra y los abro lentamente viendo una hermosa imagen de mi esposa con su cabello suelto y alborotado, los rayos del sol sobre ella, la hacen ver irreal, como un sueño.

—No nos dejas dormir —le digo enredando mis brazos en su cuello y se levanta tomándome de la cintura, haciendo que caiga a horcadas sobre ella.

—Tienes que desayunar y alimentar a mi bebé.

—Es por mi o por ella ¿cómo estás tan segura de que es niña?

—Mi corazón me lo dice —su gran sonrisa me provoca ganas de besarla.

—Aún es muy pequeña para saberlo —le digo y no aguanto más las ganas de besar a mi esposa.

Sus besos y sus abrazos serán siempre mi cosa favorita en el mundo. Su risa me llena el alma cada vez que la sorprendo con besos así tan espontáneos, a ella la hace muy feliz esto.

HémeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora