CAPÍTULO 31

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KATERINA


Despertar al lado de mi esposa no es algo que esperaba hacer tan pronto, quería darle tiempo a ella, pero al parecer estaba más lista que yo, me estiro en la cama y en segundos ya la siento sobre mi llenándome de besos, me encanta la manera en que me despierta.

—Buenos días cielo —dice tomando mis mejillas. —¿Como amaneció la esposa más bella del planeta?

—No se, dímelo tú —le digo dándole vuelta para dejarla a mi lado. —Eres hermosa Roxanne —digo acariciando su rostro.

—Tu también lo eres cielo, ¿crees que me fijaría en ti de no serlo? —me echo a reír por lo orgullosa y descarada que es.

—Eres imposible Volkova.

—Soy unica cielo —dice acercándose para darme un beso —vamos a darnos un baño.

—Espera —digo tomando su cintura —déjame apreciarte.

Paso mis dedos por su silueta sintiendo como su piel se eriza, rodeó sus pechos con las llevas de mis dedos, su cuello, sus labios...

—Listo, vamos a la ducha —me levanto y me meto al baño sonriendo. Provocar a Roxanne es jugar con fuego, pero me gusta quemarme con ella.

Tomo mi cepillo y comienzo a cepillarme en lo que entra viéndome detenidamente con sus brazos cruzados, se detiene a mi lado y toma su cepillo sin apartar sus ojos y le sonrío, alza una ceja y continúa cepillándose, la espero a que termine y pasa por mi lado para ir a la ducha, me gusta su actitud.

—¿Que sucede solecito? —entro con ella en la ducha.

—A alguien aquí le gusta jugar y luego quiere parar.

—Deberías de darle una lección ¿que hizo? —me acerco pegando mi cuerpo al suyo por la espalda —¿No te toco como querías?

—Kate... —se queda en silencio al sentir como aprieto sus pechos.

—¿Así lo quería mi esposa? —muerdo un hombro y pasó mi mano por su vientre.

—Así —toma mi mano y la desliza hasta su entrepierna —Justo así cielo.

Muevo mis dedos como ella quiere y recuesta su cabeza en mi hombro dejándome acceso a su cuello para besarlo, ella muerde su labios cuando siente mis dedos posicionarse en su entrada, los introduzco con lentitud viendo sus maravillosos gestos y sonrío satisfecha.

—Suelta tu labio amor, déjame escucharte —lentamente los suelta y comienzo a moverme dentro de ella, el agua de la ducha cae sobre sus pechos luciendo una una imagen muy erótica.

—Te amo cielo —gime sonriendo.

—Lo se, de no ser así no te casarías conmigo —ella ríe y muerdo su cuello.

Sus cuerpo se desestabiliza un momento cuando tocó su punto más sensible y se sujeta de mis brazos. Un par de embestidas más y su cuerpo tiembla entre mis brazos al llegar a su orgasmo, la sostengo hasta que su cuerpo se estabiliza y se gira para besarme.

Nos pasamos casi toda la mañana en la cama, Roxanne pide que nos traigan el desayuno a la habitación, la tripulación no nos ha visto la cara desde que llegamos.

A la hora del almuerzo subimos a la cubierta, ambas en bikini, pero ambas con una maya en la parte inferior para cubrirnos un poco mientras almorzamos. Al terminar de almorzar nos recostamos un rato para broncearnos y Roxanne insiste en entrar al agua, como nunca puedo negarme lo hago. Nadamos un rato en el mar y luego subimos para merendar algo, me recuesto en el sofá y Roxanne se sienta a horcadas sobre mí.

HémeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora